Malvinas y la diplomacia bilateral anglo-argentina, 1945-1981
- De los Acuerdos sobre Comunicaciones al incidente del Shackleton, 1971-1976
Entre 1968 y 1971 la intensidad de los contactos disminuyó. El 21
de noviembre de 1969, la Argentina y Gran Bretaña convinieron en
mantener conversaciones especiales para mejorar el tránsito y las
comunicaciones entre las Islas y el continente (1). El 1° de abril
de 1970 se iniciaron las reuniones en Londres y Buenos Aires. En
julio de ese año, el Foreign Office recibió varias propuestas
argentinas para establecer las comunicaciones entre ambas regiones a
las que no respondió. Recién en 1971 se reiniciaron las
conversaciones bilaterales en Buenos Aires (2). La segunda ronda de
encuentros se desarrolló en Buenos Aires entre el 21 y 30 de junio
de 1971. En esa oportunidad, la delegación británica incluyó
isleños. Entre ellos se encontraba el gerente de la Falkland Islands
Company, señor Alistair Sloggie (3). Por parte de la Argentina
participaron alternativamente los diplomáticos Juan Carlos
Beltramino, Enrique Ros, Guillermo Louge y, el asesor de la
Cancillería, coronel (R) Luis González Balcarce (4). Estas
negociaciones que se realizaron bajo un "paraguas de soberanía",
culminaron con la aprobación de una serie de medidas prácticas cuya
aplicación facilitaría el movimiento de personas y bienes entre el
territorio continental argentino y las islas en ambas direcciones.
El tono de las conversaciones fue calificado como cordial. El 1° de
julio de 1971 ambos gobiernos suscribieron una Declaración Conjunta.
Las medidas más importantes fueron,
1. la creación de una Comisión Consultiva Especial
constituida por representantes del Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto y de la Embajada Británica en Buenos
Aires a fin de tratar todas las cuestiones relativas al
establecimiento y promoción de las comunicaciones.
2. el Gobierno argentino otorgaría un documento a los
residentes de las Islas Malvinas, sin referencia a la
nacionalidad, que desearan viajar al territorio continental
argentino, y que permitiría el libre desplazamiento en él.
3. los residentes de las Islas serían declarados por el
gobierno argentino exentos del pago de derechos e impuestos
y de cualquier otra obligación como resultado de actividades
en las Islas. Asimismo, el gobierno británico no demandaría
el pago de impuestos a los residentes provenientes del
territorio continental argentino que presten servicios en
las Islas.
4. se adoptarían medidas para que el equipaje normal de
los residentes malvinenses que viajasen entre las Islas y el
territorio continental estuviera libre de todo pago de
derechos e impuestos.
5. que el gobierno argentino adoptaría medidas para que
todo residente en las Islas que estableciera su domicilio en
el territorio continental pudiera ingresar, por una sola
vez, libre de derechos e impuestos, todos sus efectos
personales del hogar y un automóvil. Facilitarían el
tránsito de personas vinculadas al establecimiento y
promoción de las comunicaciones.
6. el gobierno británico tomaría medidas para el
establecimiento de un servicio marítimo regular de
pasajeros, carga y correspondencia.
7. el Gobierno argentino tomaría medidas para el
establecimiento de un servicio aéreo regular de frecuencia
semanal de pasajeros, carga y correspondencia. Hasta tanto
se construyera el aeródromo de Puerto Stanley, el gobierno
argentino proveería un servicio aéreo temporario con aviones
anfibios entre el territorio y las Islas.
8. Se proponían, asimismo, medidas para agilizar las
comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas; se
establecía que las tarifas telefónicas, telegráficas y
postales serían iguales a las internas del lugar de origen
de las comunicaciones. Las estampillas de correo serían
canceladas con un sello que se refiera a la Declaración
Conjunta del 1 de julio de 1971.
9. El gobierno argentino manifestó que estaría dispuesto
a cooperar en los campos de la salud, educación, agricultura
y técnica en respuesta a requerimientos que pudieran
formulársele (5).
En esa oportunidad, la estrategia del gobierno argentino fue la
de acercar y vincular en forma progresiva las Islas al territorio
continental (6). Era claro que, como afirma Lanús, "el propósito de
estos acuerdos [era] influir en la opinión pública de los isleños
-anímicamente aislados de la Argentina- y ahondar su interés por la
cultura, política y economía de nuestro país. Estos acuerdos de
comunicaciones, permitirían vincular a los isleños con la Argentina,
generando una corriente de confianza y contactos imprescindibles
para consolidar cualquier negociación política" (7). Por el
contrario, la estrategia británica buscaba crear cooperación
política a partir de éxitos en áreas funcionales que luego por
efecto de spillover se trasladaría a otros temas (8).
Un mes más tarde, el 5 de agosto, el Ministro de Relaciones
Exteriores, Luis María de Pablo Pardo, comunicó al representante
británico en la Argentina que su gobierno había aprobado la
Declaración Conjunta del 1° de julio de 1971.
El día 7 de enero de 1972 partía de Buenos Aires la motonave
Libertad transportando un contingente de 300 turistas a la
Antártida. Con el fin de aprovechar el viaje y consolidar el proceso
de acercamiento, se decidió que la nave recalaría por una noche en
Puerto Stanley. En la nave viajaron el Embajador de Gran Bretaña en
Buenos Aires, Michael Hadow y el Director General de Antártida y
Malvinas de la Cancillería, Mario Izaguirre (9).
Con el objeto de revestir de mayor solemnidad a los acuerdos,
el gobierno del general Lanusse dictó la Ley 19.529 que aprobaba la
Declaración Conjunta de julio del año anterior, así como las notas
reversales que ambos gobiernos se habían intercambiado sobre el tema
de reserva de sus derechos de soberanía (10).
El proceso de acercamiento entre las Islas y el continente
fue completado por dos acuerdos más firmados durante 1972. El 2 de
mayo de ese año, el Embajador de Gran Bretaña en Buenos Aires y el
Ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, suscribieron un
Acuerdo sobre la Construcción y Operación de un Aeródromo Provisorio
en las Islas Malvinas por parte del gobierno argentino:
1.El aeródromo provisorio estará situado en Hooker's
Point. La ubicación específica del aeródromo y cualquier
derecho subsidiario con respecto al terreno adyacente que
pudiera ser necesario durante el período de construcción y
operación del aeródromo provisorio, serán tal como se
convenga entre los representantes de nuestros respectivos
Gobiernos en la Comisión Consultiva Especial.
2. La pista será de aproximadamente ochocientos metros de
largo por treinta metros de ancho.
3. El Gobierno Argentino adoptará las medidas necesarias
para construir el aeródromo y suministrar los materiales y
equipos requeridos para su construcción, operación y
mantenimiento. Empleará principalmente personal procedente
del territorio continental argentino, pero con la
participación de personal local. La composición del grupo
para la construcción será tal como lo convenga la Comisión
Consultiva Especial. El grupo de construcción podrá obtener
y utilizar sin cargo, el material de construcción necesario,
de los terrenos próximos al aeródromo según lo acuerde la
Comisión Consultiva Especial.
4. El Gobierno de Reino Unido proveerá un edificio para
habitación del personal procedente del territorio
continental argentino para la construcción del aeródromo.
Para dicho edificio y para la construcción, operación y
mantenimiento del aeródromo, el Gobierno del Reino Unido
proveerá agua, como también electricidad, tan pronto se
logre una capacidad de producción suficiente.
5. El aeródromo será administrado y mantenido por
personal del territorio continental argentino, con la
participación de personal local. La composición del grupo
para la administración y mantenimiento será tal como la
convenga la Comisión Consultiva Especial (11).
Pocos meses después, el 24 de octubre de 1972 se firmó un acuerdo
complementario del anterior. Por el mismo, se acordó la apertura de
una agencia de Líneas Aéreas del Estado (LADE) en Puerto Stanley y
la iniciación del servicio aéreo regular entre las Islas y el
territorio continental:
1. Líneas Aéreas del Estado (LADE), Empresa Argentina a
cuyo cargo se hallará el servicio regular así como el
temporario, a los que se refieren los numerales (8) y (9) de
la Declaración Conjunta, abrirá una agencia comercial y
operativa en Puerto Stanley y designará su titular, así como
al personal auxiliar necesario que desee emplear en las
Islas Malvinas. El personal auxiliar estará compuesto en la
forma en que acuerde la Comisión Consultiva Especial.
...
3. Las tripulaciones y los aviones con que se realicen los
servicios referidos en el numeral (2) de este Acuerdo,
llevará la misma documentación de vuelo que es de rigor para
las tripulaciones y los aviones que realizan vuelos internos
sobre el territorio continental argentino y sus operadores
estarán exentos del pago de derechos de aterrizaje,
gravámenes u otras cargas... (12).
El 25 de mayo de 1973 un nuevo gobierno constitucional se
estableció en la Argentina. En su discurso inaugural el presidente
Héctor J. Cámpora tuvo unas palabras para las Malvinas. Su
recuperación sería uno de los objetivos de su gobierno (13).
Respecto de las negociaciones realizadas durante el período
1968-1973, el argentino Quellet señala que Gran Bretaña trató de
transformar las negociaciones en conversaciones, con el objeto de no
tratar el tema central: soberanía. Al mismo tiempo, otros señalan
que dada la divergencia de objetivos -ansiedad argentina por tratar
el tema de la soberanía y la negativa británica de proseguir
conversaciones políticas que trataran el tema- durante 1972 se llegó
a una clara situación de impasse (15). Ante esta situación, la
Argentina denunció ante las Naciones Unidas la utilización por parte
de Gran Bretaña de una estrategia dilatoria. El foro internacional
se hizo eco de la denuncia argentina y aprobó la Resolución 3.160
(XXVIII) de diciembre de 1973 que señaló su preocupación por la
falta de progreso en las negociaciones e instó a las partes a
proseguirlas (16). A pesar de ello, las negociaciones por las
comunicaciones prosiguieron (17). Los avances diplomáticos
argentinos fueron contestados por los isleños y el 4 de enero de
1974, el Consejo Legislativo de las Islas, aprobó una moción en la
cual declaró:
Que esta Cámara se opone enérgicamente a toda negociación
o conversaciones celebradas con el Gobierno argentino sin el
previo y completo conocimiento del pueblo de las Islas, que
involucren la transmisión de la soberanía de esta colonia
contra los deseos de sus habitantes (18).
Para julio de 1974, el Canciller Alberto J. Vignes afirmó que al
menos que las negociaciones sobre la transferencia de las islas se
acelerase, "la política [argentina] amistosa sería revisada" (19).
En Gran Bretaña, el nuevo gobierno del Primer Ministro Harold Wilson
inició conversaciones diplomáticas introduciendo la posibilidad de
un condominio. Ello dio lugar a importantes encuentros entre
representantes de los gobiernos argentino y británico en julio de
1974. En esa oportunidad, el embajador de Gran Bretaña presentó al
canciller Vignes una comunicación escrita en la que informaba haber
sido instruido por su gobierno "para proponer que las discusiones
entre Gran Bretaña y la Argentina sobre el futuro de las Islas
deberían resumirse sobre la base de las salvaguardias y garantías a
extenderse a los isleños en el hipotético caso de un condominio de
Gran Bretaña y Argentina en relación a la soberanía territorial
sobre las Islas Falkland" (20).
La comunicación británica además expresó lo siguiente:
...el objetivo del Gobierno de Su Majestad al entrar en
negociaciones sobre la base del condominio será resolver la
disputa de la soberanía a través de la aceptación de la
co-soberanía argentina sobre las Islas y que el producto
final pueda ser un tratado que solucione la disputa
anglo-argentina creando una atmósfera favorable en la cual
los isleños puedan desarrollarse acorde a sus intereses
(21).
Finalmente, el documento señaló que "cualquiera fuera la forma
que pudiese asumir el condominio, éste tendría algunos elementos
básicos, como ser que ambas banderas flamearan juntas, que se
adoptaran los idiomas español e inglés como idiomas oficiales, que
se aceptará la doble nacionalidad para los isleños, y que el
gobernador fuese designado alternativamente por la Reina y el
Presidente de Argentina. Sobre esas bases, el gobierno inglés
aceptaba, en forma oficial y preliminar, iniciar las conversaciones
en Buenos Aires" (22). Esta aproximación diplomática británica
coincidió con una contrapropuesta de la Cancillería argentina
también sobre "condominio" que era similar en muchos aspectos (23).
Las conversaciones sobre el tema se desarrollaron en forma
muy confidencial. Pero luego de la muerte del presidente Perón no se
continuó trabajando sobre esta opción. Según Lanús, de acuerdo con
testimonios, el presidente Perón habría dado su conformidad para que
se analizara dicha solución al diferendo sobre la soberanía, pero
que al producirse su deceso, el canciller Vignes "ocultó e hizo
zozobrar esas negociaciones a pesar de la posición de Perón",
desconociéndose los motivos de Vignes para adoptar semejante
decisión (24). Por el lado británico, estas conversaciones que se
realizaron sin la aprobación o la participación de los isleños
fueron desbaratadas por el Parlamento, lo que llevó al Gobierno
británico a informar en agosto de 1974 que no sería práctico la
continuación de las conversaciones sobre el tema (25).
A partir de 1969, el Gobierno británico había comenzado a
percibir la resonancia política que podía generar la posible
existencia de petróleo alrededor de las Malvinas. En aquella
oportunidad, el Foreign Office concluyó que sería mejor no hacer
nada al respecto por temor a provocar un aumento en la tensión
política entre Gran Bretaña y la Argentina al punto de empujar a
esta última a ocupar las islas por la fuerza (26). Más tarde, el
Gobierno británico decidió realizar sus propias exploraciones en las
aguas de las Malvinas para constatar si efectivamente había allí
petróleo. Para ello, a partir de 1970 se llevaron a cabo
relevamientos en la zona. Hacia mediados de los 70s se habían
acumulado pruebas que sugirieron que probablemente existía petróleo
en la región (27).
De inmediato, varias empresas petroleras se interesaron en la
zona y, según manifestaciones del Secretario Principal del
Territorio de Gran Bretaña, se estaban esperando los resultados de
un informe que había sido encargado a un equipo de investigadores de
la Universidad de Birmingham (28). El informe titulado "Geology of
the Region around the Falkland Islands" fue preparado por
Departamento de Ciencias Geológicas de esa universidad y sus autores
fueron P.F. Barker, J. Burrel, P. Simpson y D.H. Griffiths y
presentado en marzo de 1975 (29). Según el informe existían ciertas
posibilidades de encontrar petróleo en las Islas y en el mar
adyacente.
El 19 de marzo de 1975, la Cancillería argentina emitió un
Comunicado de Prensa en respuesta de la intenciones británicas.
Según este texto, la Argentina no reconocía el ejercicio de ningún
derecho en materia de exploración o explotación de recursos
naturales:
Teniendo en cuenta que las Islas Malvinas y dichas áreas
forman parte integrante del territorio nacional, el Gobierno
argentino manifiesta que en ellas no reconoce ni reconocerá
la titularidad ni el ejercicio de ningún derecho relativo a
la exploración y explotación de minerales o hidrocarburos
por parte de un gobierno extranjero. Por consiguiente
tampoco reconoce ni reconocerá y considerará insanablemente
nulos cualquier actividad, medida o acuerdo que pudiera
realizar o adoptar Gran Bretaña con referencia a esta
cuestión que el gobierno argentino estima de la mayor
gravedad e importancia.
El gobierno argentino considerará, además, la
materialización de actos de la naturaleza antes mencionada,
contraria a las resoluciones y consensos sobre las Islas
Malvinas adoptadas por las Naciones Unidas, cuyo claro
objetivo es la solución de la disputa de soberanía entre los
países por la vía pacífica de las negociaciones bilaterales
(30).
Como respuesta al amenazante comunicado argentino, en el mes de
abril, el recién designado embajador del Reino Unido en la Argentina
informó, en su primer encuentro con el Canciller Vignes, que ante
cualquier ataque a las Islas el Gobierno británico respondería con
la fuerza militar (31).
A pesar de la oposición argentina, el gobierno inglés mantuvo
sus propósitos y el 16 de octubre confirmó el envío a las islas de
un misión económica encabezada por Lord Shackleton (32). Ante este
anuncio, el 22 de octubre, el Ministerio de Relaciones Exteriores
declaró que no se concedía permiso oficial a la misión Shackleton
(33). Ya el 16 de octubre, había hecho saber que el envío de la
misión de relevamiento económico introduciría una desagradable
perturbación en las relaciones anglo-argentinas y que su presencia
pondría en peligro la solución pacífica de la disputa (34). Esta
reacción echó por tierra las expectativas del Foreign Office de que
el envío de una misión patrocinada por el Gobierno, en lugar de una
empresa privada, calmaría al gobierno argentino (35).
Lanús afirma que la Misión Shackleton, no autorizada por el
gobierno argentino, introdujo un cambio sustancial que violaba un
tácito principio de no innovar, que ambos países habían respetado
hasta ese momento (36).
Para julio de 1975, Kinney sostiene que el Reino Unido
propuso a la Argentina discusiones para el desarrollo conjunto del
Atlántico sudoccidental. El Canciller Vignes aceptó esa posibilidad
pero la ató a la transferencia de la soberanía a través de un
arriendo (leaseback) por un término fijo. La propuesta argentina
incluía la ocupación inmediata de las islas Georgias y Sandwich del
Sur con la aquiescencia británica (37). A esta propuesta, el
Gobierno británico respondió que cualquier acción unilateral sería
inaceptable, por lo que el Gobierno argentino rechazó cualquier
conversación sobre cooperación económica que excluyera una discusión
del tema de la soberanía (38).
El 8 de noviembre de 1975, el representante argentino ante
las Naciones Unidas sostuvo que dado que el estado presente de la
situación entre ambos países era de ruptura de negociaciones, la
Argentina no dejaría de valer sus derechos en la forma que considere
más apropiada. El Gobierno británico consideró que este discurso
contenía la idea de una acción unilateral por parte de la Argentina
(39). Kinney agrega que a partir de mediados de los 70 tanto la
oposición como el Gobierno argentino habían comenzado a utilizar
regularmente la amenaza de invasión como parte de la presión
diplomática (40).
En noviembre de 1975 el Canciller argentino en ese momento,
Ángel Federico Robledo, invitó a Gran Bretaña a tratar el tema de la
soberanía. Las autoridades británicas hicieron llegar al Canciller
una nota sin membrete (non-paper) en el que informaban que el
honorable Lord Shackleton visitaba las Islas aceptando una
invitación. El gobierno argentino respondió con otro non paper
recordando las leyes sobre autorización para navegar en aguas
territoriales argentinas (41).
A fines de 1975, se llevó a cabo en París una reunión por el
Diálogo Norte-Sur. Allí, un nuevo canciller argentino, Manuel Aráuz
Castex se encontró con su par británico, el Secretario del Foreign
Office James Callaghan, quien le solicitó iniciar conversaciones
sobre cooperación económica. Como era de esperar, Araúz Castex
expresó su aceptación si se incluía la cuestión de la soberanía.
También como era de esperar, la respuesta de Callagham fue que para
tratar ese aspecto debía consultar la voluntad de los isleños.
El 17 de diciembre de 1975, Callagham entregó a Aráuz Castex
una nota donde proponía una agenda "abierta" para discutir temas de
cooperación y cualquier otra cuestión (42). En un nuevo encuentro en
Roma, Aráuz Castex le propuso a Callagham transformar la misión
Shackleton en una empresa de los dos países, "a fin de quitarle...su
carácter unilateral y provocativo" y que estuviera bajo la dirección
de un representante de cada país (43). Lanús afirma que este
ofrecimiento de investigación conjunta fue rápidamente distorsionado
por los británicos. Mientras que para los argentinos se trataba de
poner toda la operación bajo la dirección de un paraguas binacional,
para Callagham esto se tradujo en que la Argentina podía incorporar
tres técnicos a la expedición, uno en temas económicos, otro
marítimos, y un tercero en petróleo. La Argentina elevó la lista de
tres nombres pero uno de ellos fue sólo aceptado como asesor. En
vista de ello, Aráuz Castex concluyó que las verdaderas intenciones
del gobierno inglés eran llevar adelante la expedición sin la
participación argentina (44).
A fines de 1975 la tensión entre ambos países había aumentado
y durante los primero días del año siguiente, la presidente María
Estela Martínez de Perón mantuvo reuniones para analizar la
situación en Presidencia con el canciller Aráuz Castex y los tres
Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, el general Jorge Videla,
el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti (45). Allí
se analizó el texto de un Comunicado de Prensa que fue finalmente
publicado el 5 de enero de 1976 por la Cancillería para contestar a
lo que consideraban una "ruptura unilateral" de las conversaciones
por parte de los británicos:
Ante tal comprobación, la Cancillería argentina estima
inadecuado avenirse a considerar temas que, frente a aquella
reticencia, resultan insustanciales con relación al problema
verdadero, y no conducentes por lo tanto a la justa solución
del mismo...Como consecuencia de ello el Pueblo de la
República debe estar advertido de que su gobierno,
juntamente con las Fuerzas Armadas y demás organizaciones
institucionales que estructuran el Estado argentino,
comparten inquebrantablemente el celo de aquél por la
defensa de la dignidad y los derechos de la Nación; y que
actuarán sin precipitación pero con toda la persistencia, la
prudencia y la energía que sean necesarias para logra
justicia (46).
El 3 de enero de 1976, Lord Shackleton arribó a las Malvinas a
bordo del buque HMS Endurance. El Canciller argentino sostuvo
que el arribo del enviado británico en esa fecha, coincidente con la
ocupación de las Malvinas en 1833, era una "coincidencia hóstil y
desconsiderada" y que por ello el Gobierno argentino consideraba que
el Gobierno británico había roto unilateralmente con las
negociaciones. Más aún, informó al embajador británico que "las dos
partes se mueven rápidamente en un curso de colisión" (47). Ante
esta escalada en la tensión de las relaciones, Callagham envió el 12
de enero un mensaje a la Cancillería argentina en el que sostuvo que
el tema de la soberanía era una "disputa estéril" y en un intento
conciliatorio los invitó a mantener conversaciones confidenciales.
La respuesta fue inmediata. El 13 de enero el Ministro de Relaciones
Exteriores respondió, lamentando "no encontrar ningún elemento
positivo que justifique la reapertura de negociaciones" (48). El
mismo día la Cancillería argentina informó que su embajador ante
Gran Bretaña, Manuel de Anchorena, no retornaría a Londres y que
había comunicado al Gobierno del Reino Unido que sería aconsejable
que retirara el suyo, Derek R. Ashe, de Buenos Aires. A partir de
ese momento, las relaciones se mantuvieron congeladas a pesar de que
ambos gobiernos aseguraron que los hechos no implicaban una ruptura
diplomática (49). El 14 de enero, Callagham declaró ante los Comunes
que la tradicional amistad entre ambos gobiernos se encontraba
entorpecida por razones de soberanía, pero que el gobierno del Reino
Unido entendía que era imprescindible para el desarrollo económico
de las Islas contar con cooperación económica del territorio
continental. Agregó, también, que "con buena voluntad, el Reino
Unido y la Argentina podrían transformar el área de disputa por la
soberanía sobre las Islas en un factor de cooperación entre ambos
países, de acuerdo con los deseos e intereses de los malvinenses"
(50). En medio de la crisis, el 15 de enero, el canciller Aráuz
Castex fue reemplazado por el embajador Raúl Quijano, quien, del
otro lado del Atlántico, destacó que las relaciones entre ambos
países no estaban rotas. Al mismo tiempo las comunicaciones con las
Malvinas se mantuvieron normales. Es claro que el gobierno argentino
no deseaba cerrar todos los canales de comunicación. Los británicos
tampoco quisieron agravar la situación.
Pocos días más tarde, el 27 de enero, el Ministro de Estado
del Foreign Office declaró ante la Cámara de los Lores que:
...no habrá cambios en la soberanía británica sobre las
Islas Falkland en contra de los deseos de los isleños. Pero
el gobierno de Su Majestad estima...que se atenderá mejor a
los intereses a largo plazo de los isleños mediante vínculos
estrechos y amistosos con la Argentina (51).
Mientras ambos gobiernos trataban de mantener
la situación de tensión bajo control, algunos sectores en la
Argentina solicitaban una acción más enérgica. En efecto, el mismo
día, el líder de la bancada de la oposición, Antonio Trócoli (UCR),
hizo un pedido de informes al Poder Ejecutivo. Por éste trámite,
quiso saber qué otras medidas se habían considerado además del
retiro de los embajadores y si ello era todo lo que el país podía
hacer para castigar a Gran Bretaña (52).
En medio de la crisis, el 16 de enero, un buque de transporte
de la Armada Argentina desembarcó en Puerto Stanley 750 toneladas de
equipo y cincuenta miembros del cuerpo de ingenieros del Ejército.
En la capital de las Islas muchos pensaron que se hallaban ante el
preludio de la invasión. Sin embargo, un mensaje del Foreign Office
desde Londres, enfrió los ánimos al informar que el desembarco del
equipo era legítimo y que se trataba del material para extender la
pista de aterrizaje según se había acordado en 1972 (53).
Durante esos días, la prensa británica reprodujo artículos
escritos por isleños donde se expresaron sus temores acerca de que
el Foreign Office los hubiera "vendido" y que como "peones que eran,
se transformarían en las víctimas de una batalla diplomática
perdida" (54).
Los organismos regionales se expidieron en apoyo de la
Argentina. La Organización de los Estados Americanos sostuvo que la
exploración del potencial económico de las Islas constituía una
amenaza a la seguridad hemisférica. También el 16 de enero, el
Comité Jurídico Interamericano de la OEA declaró en Río de Janeiro
que la Argentina tenía un inobjetable derecho de soberanía sobre las
Islas Malvinas. Calificó a la misión Shackleton como una "innovación
unilateral" que violaba las Resoluciones de las Naciones Unidas
2.065 (XX) y 3.160 (XXVIII) y que amenazaba la paz internacional y
la de toda América Latina; por último, que todas esas acciones
implicaban un esfuerzo hostil para silenciar los reclamos argentinos
y obstaculizar el progreso de las negociaciones solicitadas por la
Asamblea General (55). Con posterioridad, Gran Bretaña rechazó, en
una nota presentada a la Comisión de Descolonización de las Naciones
Unidas, la declaración de la Comisión Jurídica de la OEA.
El pico de la crisis se alcanzó el 4 de febrero cuando el
destructor de la Armada Argentina ARA Almirante Storni (56)
se dispuso a detener al buque de investigación oceanográfica
británico RRS Shackleton que navegaba a 78 millas al sur de
Puerto Stanley. Desde el destructor se ordenó: "Detenga las máquinas
o abriré fuego". El motivo esgrimido por la nave argentina fue que
los británicos se hallaban dentro del límite de la jurisdicción
argentina de las 200 millas alrededor de las Islas (57). Según
algunos informes, también se creía que Lord Shackleton se encontraba
a bordo. El capitán del buque británico, actuando bajo órdenes
radiales del gobernador de las Malvinas, Neville French no detuvo la
marcha, se rehusó a recibir un grupo de abordaje o seguir al
Storni al puerto de Ushuaia. Con el fin de aumentar la presión,
las acciones del destructor fueron apoyadas por un avión de
reconocimiento marítimo Neptune de la Armada. El destructor entonces
hizo varios disparos sobre la proa del Shackleton que a pesar
de ello prosiguió su ruta hacia Puerto Stanley. El buque argentino
no persistió en su accionar pero siguió a la nave inglesa hasta seis
millas de ese puerto donde finalmente emprendió el retorno (58).
El hecho que la nave argentina se haya limitado a realizar
algunos disparos y que no emprendió ninguna otra acción a pesar de
su capacidad, parecería demostrar que sólo se buscó enviar un aviso:
no se le reconocían derechos a Gran Bretaña para incrementar el
desarrollo económico de las Islas (59). Ante los hechos, se
sucedieron las protestas británicas ante el Gobierno argentino y
ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (60). La
Argentina protestó y acusó al Gobierno británico de haber violado
las normas relativas a la jurisdicción marítima, en tanto que el
Reino Unido denunció la actuación del buque argentino como un
"peligroso" hostigamiento contra un buque que navegaba pacíficamente
para efectuar "un relevamiento científico en la zona" (61). Sin
embargo, el enfrentamiento no escaló. Al día siguiente de los
disparos, Edward Rowlands, ministro de estado del Foreign Office,
afirmó ante la Cámara de los Comunes que harían "todo lo posible
para enfriar la situación" pero fue ovacionado cuando sostuvo que la
posición del Gobierno era clara: respetar los deseos de los isleños
(62). Para Beck, la respuesta de su país estuvo relacionada, no
sólo, con el deseo tradicional de Gran Bretaña de evitar los
conflictos con la Argentina, sino para evitar otros problemas dado
que en ese mismo momento la "Guerra del Bacalao" con Islandia estaba
en plena escalada (63).
Por otra parte, Kinney agrega que el debate parlamentario
sobre el tema demostró que la posición británica era débil dado lo
exiguo de sus fuerzas militares (64). Sin embargo, las consecuencias
de la acción argentina no tuvieron mayor impacto sobre la política
británica hacia las Islas y prevaleció el status quo. Los
isleños persistieron en su empeño de permanecer bajo la soberanía
británica, el Foreign Office continuó tratando de alcanzar algún
grado de cooperación económica de todas las partes involucradas, y
muchos argentinos continuaron exigiendo soberanía plena sobre las
Islas. Al respecto el canciller Quijano afirmó,
el centro de nuestra discusión es... soberanía...No
podemos avanzar y si el Reino Unido no desea discutir el
este tema nosotros no podemos tratar los otros temas. Por
supuesto que estamos muy interesados en la cooperación
económica y las comunicaciones, pero sin soberanía estos son
temas mucho más periféricos (65).
A pesar de lo sucedido o debido a ello, el canciller argentino, y
el ministro Rowlands acordaron en Nueva York reasumir el diálogo
(66). Al mismo tiempo, Rowlands le comunicó claramente que el
Gobierno británico "defendería las Islas si los argentinos
intentaban utilizar la fuerza" (67).
-
Los
británicos habían reconocido el excesivo aislamiento en el que
se hallaban los isleños. No existía ningún periódico local, y
sólo recibían noticias del mundo exterior a través de la radio.
La infraestructura educativa y los servicios médicos no eran
adecuados. Por lo tanto, parecía lógico mejorar los lazos con la
Argentina (Hoffmann y Hoffmann, 125).
-
Ibid. 125.
-
Lanús, 477.
-
Ibid. 477.
-
Ibid. 477-78;
para ver el texto completo Quellet, 150-153.
-
Lanús, 478.
-
Ibid. 479. A
pesar que el tema de la soberanía no estaba en al agenda la
lectura que la Argentina hizo, posiblemente siguiendo anteriores
consejos británicos, fue que el pedido de provisión de servicios
podía considerarse como una licencia para ganarse a los Isleños
y avanzar en la transferencia de soberanía (Kinney, 51).
-
Gustafson, 92.
El acuerdo fue considerado como favorable por numerosos
británicos y no se registraron protestas o presiones en los
grupos tradicionalmente opuestos a un arreglo con la Argentina
-la prensa, el Lobby, el Parlamento y la Falkland Islands
Company (Hoffmann y Hoffmann, 127).
-
Lanús, 478.
-
Ibid. 479.
-
Ibid, 496-96 n.
34.
-
Lanús, 496 n.35.
-
Ibid. 479.
-
Quellet, 83-84.
-
Kinney, 52.
-
Ver arriba
Resolución de la Asamblea General 3.160(XXVIII) del 14 de
diciembre de 1973.
-
Se trata de los
acuerdos de septiembre de 1974 sobre el abastecimiento de
productos derivados del petróleo y un tratado sobre
comunicaciones, donde se abolieron los pasaportes, se construyó
la pista aérea temporaria y la prestación de servicios
educativos y de combustible (Kinney, 52 y Franks 8).
-
Lanús, 480.
-
Gustafson, 87.
-
Lanús, 480 y
Olivieri López 1992, 91.
-
Lanús, 480.
-
Ibid. 480.
-
Ibid. 480.
Gustafson comenta que posteriormente, el 3 de abril de 1975, el
periódico Financial Times publicó que las posturas de
ambos países respecto de la soberanía podía resolverse a partir
del establecimiento de un condominio anglo-argentino (87-88).
-
Lanús, 480. Dado
el clima político en el que se hallaba la Argentina a la muerte
del presidente Perón en julio de 1974, es posible suponer porque
al Canciller no le pareció prudente avanzar con el tema. Por el
contrario, otro argentino, Olivieri López, sostiene que "hay
versiones encontradas si el canciller Vignes tuvo oportunidad de
analizar esta propuesta con el recientemente reelecto presidente
Juan Domingo Perón. O si llegó a haber alguna respuesta del
gobierno argentino rechazando sus términos o pidiendo mayores
precisiones" (1992, 91-92).
-
Kinney, 52 y
Franks, 8.
-
Gustafson, 83.
-
Ibid. 86-87.
-
Lanús, 480.
-
Ibid. 496 n.3. A
partir de la publicación del informe, algunos autores argentinos
tienden a adjudicar a Gran Bretaña la intención de sustituir las
negociaciones por la soberanía por conversaciones sobre
cooperación económica (Quellet, 85). Para la visión opuestas de
los analistas británicos ver Beck (1982). Lanús y también otros
afirman que "esta cuestión de los hidrocarburos y la explotación
de las aguas territoriales fue el factor que deterioró
ostensiblemente las relaciones entre Londres y Buenos Aires
(481).
-
Selección de
párrafos. Lanús, 481.
-
Franks, 8.
-
Lanús, 481.
-
Hoffmann y
Hoffmann, 138. Los motivos dados de esa decisión fueron que la
cuestión de la soberanía de las Islas se hallaba en pleno
proceso de negociación, acorde con la recomendación de las
Naciones Unidas, y por lo tanto, las partes deberían abstenerse
de emprender nuevas acciones (Ibid.).
-
Gustafson, 90.
-
Ibid. 89.
-
Lanús, 481.
-
Kinney, 52.
-
Franks, 9.
-
Ibid. 9-10.
-
En
septiembre de 1975, durante el congreso anual de la Unión
Interparlamentaria en Londres, el Senador argentino Luis León
participó en una serie de incidentes con sus pares británicos.
Según el delgado británico, Lord Newall, el Senador insinuó en
una reunión a puertas cerradas "que la Argentina podría recurrir
a la fuerza para recuperar las islas". El británico calificó
ante la prensa a esta amenaza como "deplorable", "ridícula" y
"patética". En otro debate, León acusó a los británicos de
piratería internacional, y sostuvo que "al agotarse su paciencia
la Argentina habría de decirles a las Naciones Unidas y al mundo
que su propia dignidad hacía intolerable que se prolongara por
más tiempo tal situación" (Hoffmann y Hoffmann, 137). Kinney
cita otros ejemplos (52).
-
Lanús, 481.
-
Ibid. 482.
-
Ibid. 482.
-
Ibid. 482.
-
Kinney sostiene
que en esa reunión los militares se opusieron a una invasión
como solución a la situación planteada en ese momento (a pesar
de sus posibilidades de éxito). Al respecto se han dado dos
explicaciones. Según una de ellas, los motivos de tal postura
estaría en que una recuperación exitosa de las Malvinas
reforzaría al agonizante gobierno de la presidente Martínez de
Perón. Otra explicación sería que una acción armada contra las
Islas hubiera sido contraproducente para la campaña de
relaciones públicas hacia los isleños que llevaba a cabo el
Gobierno argentino. Por lo tanto, las comunicaciones y los
servicios a las Islas no fueron interrumpidos (54).
-
Lanús, 482.
Párrafo del Comunicado de Prensa del Ministerio de Relaciones
Exteriores, 2-1-1976.
-
Kinney, 53;
Franks, 10. El enojo argentino se expresó de diversas maneras.
El 7 de enero, un diputado justicialista propuso confiscar sin
compensación todas las propiedades británicas en la Argentina
hasta que Gran Bretaña devolviera las Islas. Otro diputado
propuso eliminar los carteles indicadores en inglés de los
aviones de las aerolíneas argentinas (Gustafson, 90).
-
Lanús, 483.
-
Ibid. 483.
-
Ibid. 483;
Franks, 11.
-
Cámara de los
Lores, 27-01-1976 en Lanús, 483.
-
Gustafson, 91.
-
Ibid. 91-92.
-
El Times de
Londres, 22-6-1976 en Gustafson 92. Además, comenta que los
isleños creían que semejante cooperación del Foreign Office con
una "nación no confiable" indicaba que estaban regalando las
Islas o que inconscientemente facilitaban a la Argentina la
preparación de una invasión (Ibid.).
-
Gustafson, 92;
Hoffmann y Hoffmann, 139. Lanús califica a esta declaración como
"un apoyo de fundamental importancia" (483).
-
ARA Almirante
Storni: destructor de origen norteamericano de 2100
toneladas. Se hallaba al mando del capitán de fragata Ramón A.
Arosa.
-
Ya el 14 de
noviembre de 1975, el Ministerio de Relaciones Exteriores había
enviado una nota de protesta al gobierno británico por la
presencia de buques de esa nacionalidad navegando en aguas que
la Argentina consideraba como sus aguas territoriales (G. 93).
-
Beck 1982,
39-40; Kinney 54. Este último, sostiene que los militares
argentinos, y no el Gobierno habían planeado dicha acción desde
antes del nuevo año. De acuerdo con su relato, la intención de
los militares era hacer un gesto que no cobrara víctimas y
reforzar el reclamo argentino para que su límite de las 200
millas incluyera, además de la costa del continente, la
plataforma y las islas. Por otra parte, el buque como rehén
hubiera servido para ejercer mayor presión sobre el gobierno
inglés para negociar la soberanía a condición de su liberación.
Para Kinney, este hecho demuestra que los militares argentinos
prefirieron llevar a cabo un gesto político-militar antes que
una invasión que implicaba riesgos para ellos y beneficios para
el gobierno civil (54).
-
Gustafson, 93.
Lanús le añade un comentario más colorido a este serio incidente
al señalar que fue "presagio, símbolo o advertencia de que el
pueblo argentino no podía seguir aceptando impasiblemente,
dilaciones o provocaciones que ya constituían ultrajes a sus
aspiraciones más profundas" (484).
-
Gustafson
sostiene que la protesta británica fue ante el Comité de
Descolonización (94).
-
Lanús, 484.
-
Hansard en Beck
1982, 40; Kinney, 54.
-
Beck 1982, 40.
Además, Beck sostiene que las acciones de ambos gobiernos
tipificaban la tendencia de ambos a teatralizar la disputa con
propósitos internacionales y domésticos (ibid.).
-
Kinney informa
que estas consistían en 37 marines de Puerto Stanley, el buque
de patrulla antártica HMS Endurance, y el "deseo
argentino" de mantener buenas relaciones (Kinney, 54).
-
Declaración del
22-3-1976 en Gustafson, 95.
-
Kinney, 54.
-
Franks, 12.
Durante el mes de febrero de 1976, el Comité de Defensa del
Reino Unido, elaboró planes de contingencia para enfrentar un
posible ataque argentino. Los planes concluían que la mejor
acción sería el envío de una fuerza naval que transportara
tropas de desembarco, el apoyo de un portaaviones y gran
cantidad de apoyo logístico (Ibid. 13).
Esta información procede de
"Historia General de las Relaciones Exteriores de la Argentina" se
han vinculado solo los temas relacionados con Malvinas. Esta obra esta compuesta
de 14 tomos publicada por Iberoamérica y los Directores son Andrés Cisneros y
Carlos Escudé.
El presente material podrá ser utilizado con fines estrictamente académicos
citando en forma explícita la obra y sus autores. Cualquier otro uso deberá
contar con la autorización por escrito de los autores.