Malvinas / Historia
Malvinas y la diplomacia bilateral anglo-argentina, 1945-1981
- Del inicio del diálogo al Memorándum de Entendimiento
Concluida en diciembre de 1965 la
primera etapa del proceso tendiente a la resolución de la disputa
con la aprobación de la Resolución 2.065 (XX) en Naciones Unidas, se
inició la segunda etapa que consistiría en la apertura de las
negociaciones bilaterales. Hacia mediados de los años 60, la
situación de colonia de las Malvinas parecía un anacronismo y una
carga para la metrópoli. Esta apertura respondía a factores tales
como el retiro del imperio, la creciente presión de las Naciones
Unidas, y una revisión en la política de defensa (1).
El 11 y 14 de enero de 1966 se reunieron en Buenos Aires el
canciller Miguel Zavala Ortiz y el Secretario de Estado de
Relaciones Exteriores del Reino Unido, Michael Stewart. Ambos
firmaron un comunicado conjunto conocido como "Zavala
Ortiz-Stewart":
Los ministros, Miguel Zavala
Ortiz y Michael Stewart consideraron la diferencia existente
entre el Gobierno argentino y el del Reino Unido sobre las
islas Malvinas (Falkland). De acuerdo con el espíritu de
conciliación que ha inspirado la Resolución de la XX
Asamblea General de las Naciones Unidas aprobada el 16 de
diciembre de 1965, ambos Ministros efectuaron un valioso y
franco intercambio de puntos de vista, en el curso del cual
los Ministros reiteraron las posiciones de sus respectivos
gobiernos. Finalmente, como resultado de esas conversaciones
los dos Ministros han coincidido en proseguir sin demora las
negociaciones recomendadas en la citada resolución por la
vía diplomática o por aquellos medios que puedan acordarse a
fin de encontrar una solución pacífica al problema e impedir
que la cuestión llegue a afectar las excelentes relaciones
que vinculan a la Argentina y al Reino Unido. Ambos
Ministros acordaron transmitir esta decisión al Secretario
General de las Naciones Unidas (2).
Lanús resalta que este encuentro señaló
el comienzo de una etapa que culminaría en 1968 con un fracaso
diplomático argentino (ver abajo) (3).
En junio de 1966 un golpe de estado en la Argentina instauró
lo que se autodenominó el gobierno de la "Revolución Argentina"
presidido por el general Juan Carlos Onganía. Poco tiempo después,
el Subsecretario de Estado para las Américas del Foreign Office
invitó a un almuerzo al encargado de negocios argentino, Carlos
Ortiz de Rozas (4). Al mismo también asistió el experto de la
embajada argentina sobre el tema Malvinas. En esa oportunidad, Ortiz
de Rosas y sus acompañantes fueron informados extraoficialmente y en
un escenario negable (deniable scenario), que el Reino Unido no
tenía intereses estratégicos, políticos o económicos que perseguir
en las Malvinas. Esta sugerencia se les hacia para que consideraran
que eventualmente las islas pasarían a ser territorio argentino y
que el problema que restaba era encontrar cuándo y cómo se haría el
traspaso. En esa oportunidad, también, les comentaron que "si
quieren conquistar los corazones y las almas de los isleños, [los
argentinos] deben probar ser amigos y demostrar que ellos [los
isleños] estarían mejor con ustedes". Para ello sería necesario que
existiera comunicación y entendimiento. Ortiz de Rosas reportó este
intercambio a su gobierno, al mismo tiempo que previno que el
proceso sería largo, pero que la metodología le parecía correcta y
que la Argentina debería probar la sugerencia británica (5).
El 28 de septiembre de 1966, como había ocurrido hacía dos
años, las islas recibieron otra inesperada visita aérea. Un grupo de
20 argentinos autodenominados "Comandos Cóndor" secuestraron y
desviaron un avión DC-4 de Aerolíneas Argentinas que realizaba un
vuelo regular de Buenos Aires a Río Gallegos y lo forzaron a
aterrizar en la capital de las Malvinas, Puerto Stanley. En el mismo
viajaba el gobernador del Territorio Nacional de Tierra del Fuego,
Territorio Antártico e Islas del Atlántico Sur. Una vez más el
gobierno argentino negó estar relacionado con el hecho e informó que
lo secuestradores serían sometidos a juicio (6). Hoffmann y Hoffmann
señalan que "el incidente debiera haber alertado a Gran Bretaña"
(7). Y en efecto, eso pasó. Como consecuencia de estas acciones, los
británicos aumentaron el contingente de Royal Marines, que había
sido establecido en 1965, de 6 hombres al equivalente de un pelotón
(8).
Por su parte, el gobierno del general Onganía continuó con el
proceso de negociación iniciado por el gobierno anterior. Esta vez,
las negociaciones se llevaron a cabo principalmente en Londres bajo
la dirección del embajador argentino en esa capital, brigadier (RE)
Eduardo Mc Loughlin. En esa oportunidad, la Argentina adoptó una
estrategia pragmática, sin un plan prefijado y actuando de acuerdo
con su percepción de las reacciones del gobierno británico (9).
Por casi dos años, los diplomáticos argentinos y los
funcionarios del Departamento de América del Sur del Foreign Office,
mantuvieron numerosas reuniones formales e informales pero siempre
de carácter confidencial. Según Lanús, el objetivo de dichas
reuniones para la Argentina fue lograr algún tipo de compromiso
británico sobre el tema de la transferencia de la soberanía.
A pesar de diálogo existente, la diplomacia británica propuso
en noviembre de 1966 un congelamiento de la cuestión de la soberanía
por un plazo de 30 años. Durante ese período no se llevarían a cabo
ninguna acción de normalización de las relaciones, comercio o
cualquier otro contacto que afectara la posición de cada parte. Al
finalizar el congelamiento, los habitantes de las Malvinas optarían
libremente entre la soberanía británica o argentina. La respuesta
argentina a esta propuesta fue negativa (10).
Para marzo de 1967, los británicos habían suavizado su
posición e informaron oficialmente a los argentinos que bajo ciertas
condiciones -que se respetaran los deseos de los Isleños-, estarían
dispuestos a cederles la soberanía de las Malvinas (11). Sin
embargo, para fines del año siguiente, la situación volvió a
endurecerse, y a partir de ese momento, la condición básica para
efectuar la cesión pasó a ser la de los deseos de los isleños. Este
vuelco en la postura británica fue producto de la acción de
representantes de los isleños que, desde febrero de 1968, activaron
la oposición a dichas negociaciones en el Parlamento y en la opinión
pública. En efecto, miembros de ese cuerpo en contacto con el
Consejo Ejecutivo de las Islas, conformaron lo que pasó a llamarse
el "Comité del Reino Unido y las Islas Falkland" (United
Kingdom-Falkland Islands Committee o UKFIC) o más comúnmente
conocido como el "Falklands Lobby" (12). Ante el temor que las
conversaciones terminaran con la presentación de un fait accompli.
Este comité envió una carta abierta a todos los parlamentarios en
febrero de 1968, levantando una ola de temor ante un inminente
traspaso de soberanía a la Argentina (13). A fines de marzo de 1968
se llevaron a cabo los debates parlamentarios para aclarar el tema.
En el interrogatorio, representando al Gobierno, tuvo que responder
Lord Chalfont, ministro de estado del Foreign and Commonwealth
Office (14). Durante el debate parlamentario, el ministro admitió
que si se deseaban mantener buenas relaciones con la Argentina, los
británicos deberían estar dispuestos a admitir que al igual que
ellos estaban convencidos de la legalidad de su soberanía, los
argentinos estaban convencidos de su reivindicación (15).
También admitió que las negociaciones eran delicadas y por lo
tanto confidenciales y que se negaban a concluirlas, por el
contrario, el gobierno sostuvo que continuarían. El Gobierno
británico descartó, en esa oportunidad, la posibilidad de otorgar la
independencia a las Islas debido lo reducido de su población, su
situación geográfica y sus escasos recursos. En vista de ello, el
objetivo de las negociaciones para el Gobierno de Su Majestad era
lograr un arreglo satisfactorio entre pobladores de las Islas y la
Argentina en un política a largo plazo y en el interés de los
pobladores. Por lo tanto, para la transferencia de las Islas a la
Argentina era claro que deberían darse dos condiciones: primero, un
acuerdo con amplias salvaguardias para los isleños; y segundo, que
los isleños aceptaran ese acuerdo. No obstante ello, en virtud de
las potestades constitucionales, el Gobierno se reservaba la
decisión (16). El informe Franks claramente especifica que durante
el debate en el Parlamento, el Secretario Stewart y otros ministros
del Foreign Office "aclararon en varias ocasiones que no habría
cesión de soberanía en contra de los deseos de los Isleños" (17). A
pesar de lo discutido, durante los debates no se alcanzó un consenso
sobre el acuerdo (18). Finalmente, en agosto de 1968, luego de una
reunión entre el embajador Mc Laughlin y el ministro Lord Chalfont,
a cargo de las negociaciones, se llegó a un acuerdo sobre el texto
ad referéndum de un "Memorándum de Entendimiento". Según el
mismo, los ingleses estarían de acuerdo con la transferencia de la
soberanía si previamente, se aseguraran las comunicaciones entre las
Islas y el continente y se lograra un acuerdo sobre ciertas
garantías que aseguraran los intereses de los habitantes de las
Malvinas (19). El memorándum fue transmitido inmediatamente a Buenos
Aires por su embajada en Londres.
Desde el 28 de marzo, el Secretario Stewart había informado
al Gabinete sobre la fórmula que iba a proponer y recién en agosto
se llegó a un acuerdo sobre el Memorándum de Entendimiento. El texto
completo decía,
1. Los representantes del Gobierno de la República
Argentina y del Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e
Irlanda del Norte, habiendo discutido la cuestión de las
Islas Malvinas (Falkland Islands) en un espíritu de amistad
y cooperación, de conformidad con la Resolución 2065 (XX) de
la Asamblea General de las Naciones Unidas, dejan constancia
de este Memorándum de su entendimiento acerca de la posición
alcanzada en las negociaciones.
2. El objetivo común es solucionar definitivamente y en
forma amistosa la disputa sobre la soberanía, teniendo
debidamente en cuenta los intereses de la población de las
Islas. A fin de crear las condiciones en las que pueda
alcanzarse ese objetivo, los dos gobiernos se proponen
realizar rápidos progresos con medidas prácticas para
promover la libertad de comunicaciones y movimiento entre el
territorio continental y las Islas, en ambas direcciones, de
un modo tal que estimule el desarrollo de vínculos
culturales, económicos y otros.
3. A tal efecto y en el deseo de contribuir a esa
solución, el gobierno de la República Argentina promoverá la
libre comunicación y movimiento entre el continente y las
Islas y el gobierno del Reino Unido colaborará en la
ejecución de esta política. Las discusiones sobre las
medidas prácticas a adoptarse tendrán lugar de inmediato en
Buenos Aires.
4. El gobierno del Reino Unido, como parte de esa
solución final, reconocerá la soberanía de la República
Argentina sobre las Islas a partir de una fecha a ser
convenida tan pronto como sea posible después de que (i) los
dos gobiernos hayan resuelto la actual divergencia entre
ellos respecto del criterio conforme al cual el gobierno del
Reino Unido considerará si los intereses de los
isleños estarían asegurados por las salvaguardias y
garantías a ser ofrecidas por el gobierno argentino y (ii)
el gobierno del Reino Unido se halle entonces satisfecho de
que aquellos intereses estén asegurados así.
5. Ambos gobiernos continuarán las actuales
conversaciones en Londres a efectos de definir los detalles
de las garantías y salvaguardias de los intereses de la
población de las Islas a ser ofrecidas por el gobierno
argentino.
6. Los dos Gobiernos han tomado nota de las respectivas
políticas y comparten la opinión de que un cierto período de
tiempo facilitaría el desarrollo de condiciones para un
arreglo definitivo. Si no hubiese alcanzado un arreglo
definitivo, a solicitud de cualquiera de los dos Gobiernos
podría convocarse a una reunión de representantes especiales
un una fecha no antes de cuatro años y no después de diez
años a partir de la firma de este Memorándum para comprobar
el progreso o para examinar la cuestión (énfasis agregado).
¿Cómo fue posible que luego de los
acalorados debates parlamentarios y de las afirmaciones del Gobierno
británico de marzo y abril, pocos meses después, se haya llegado a
la formulación de un texto que había sustituido la fórmula de
"deseos" por la de "intereses"? Para Kinney, el Reino Unido adoptó
en este texto la formulación de "intereses" de la Argentina y de las
Naciones Unidas y la había transformado en el equivalente potencial
de "deseos" que significaba un cúmulo de beneficios tan convincentes
que los isleños los aceptarían (20). Para Beck, fue Stewart quien
favoreció la fórmula que contemplaba los "intereses" y no los
"deseos" a pesar de la gran presión en contra de un acuerdo con la
Argentina. De este modo, esperaba que los isleños pudieran convivir
en mejores términos con sus vecinos y que se desarrollaría una
relación más estable que facilitaría a los isleños las
comunicaciones con la Argentina y que, en definitiva, beneficiaría
la posición del Reino Unido en América Latina y en las Naciones
Unidas (21).
A fines de noviembre de 1968, el Gobierno envió en visita
oficial a las islas a Lord Chalfont, Ministro de Estado para asuntos
Latinoamericanos del Foreign Office, con el objeto de mantener
conversaciones con los isleños y también con los argentinos (22). En
su intento para convencerlos de aceptar la política perseguida por
el Gobierno, Lord Chalfont sostuvo frente a unos quinientos isleños
que,
Ustedes se muestran reacios a
comprender que las cosas están cambiando en el mundo
exterior. El Reino Unido ya no es una gran potencia
imperialista del siglo XIX...Se trata de vuestro futuro. Yo
no les estoy dando ninguna seguridad, pero cuando ustedes
dicen "Mantengan a las Falkland británicas", asegúrense de
saber que esto significa algo diferente a lo que significaba
en 1900... (23)
En otra reunión, esta vez secreta, con
los seis miembros del Consejo Ejecutivo de las Islas, el funcionario
les advirtió que "Gran Bretaña ya no podría mantener en las islas
fuerzas navales suficientes para brindar protección, que ya no
podría contribuir financieramente por la declinación del precio de
la lana en el mundo, que había que tener en cuenta los intereses de
la gran comunidad británica en la Argentina y que los isleños lo
pasarían mejor dependiendo de la Argentina" (24). Al día siguiente
de este encuentro, se reunió en la asociación de de criadores de
ovejas. Según Hoffmann y Hoffmann, Lord Chalfont manifestó allí que
"las negociaciones eran sólo una fase de un proceso, y que la
`postura de acuerdo' tantas veces mencionada no constituía un
tratado. Aunque se la hiciera pública, de ninguna manera alteraría
la soberanía de las islas en contra de los intereses de sus
habitantes. Pero las negociaciones debían continuar, porque si se
interrumpían la Argentina podría reclamar las Islas de algún otro
modo". De acuerdo con la opinión de Lord Chalfornt, Hoffmann y
Hoffmann agregan, "se crearía incertidumbre y se complicaría la vida
a los isleños" (25).
Pero su palabras no tuvieron eco, y el Lobby logró que unos
cien parlamentarios conservadores firmaran una moción para que el
Gobierno británico "de una vez por todas asegure que los isleños son
británicos y que no serán traspasados a un país extranjero en contra
de su voluntad" (26). En Buenos Aires tampoco encontró Lord Chalfont
predisposición para moverse hacia una posición más flexible (27). A
su regreso a Londres informó a Stewart y profetizó que en "...este
conflicto de `irreconciliables'; a menos que la soberanía sea
seriamente negociada y transferida en el largo plazo, es probable
que terminemos en un conflicto armado con la Argentina". (28)
Lord Chalfont se presentó también ante el Parlamento e
informó sobre sus actividades en las Islas. Allí fue duramente
atacado por la Oposición conservadora (29). La decisión del Gabinete
de abandonar la iniciativa del memorándum el 11 de diciembre de 1968
fue una importante victoria del Lobby. Este logró contrabalancear la
presión argentina sobre el Gobierno. Para ello contaron con el apoyo
de la prensa y del hecho que la crítica al Gobierno dentro del
Parlamento tuvo su baluarte en el Gabinete de la sombra de la
oposición conservadora (30).
Para varios analistas, el Memorándum de Entendimiento es "el
documento que contiene el compromiso más explícito por parte del
Reino Unido sobre la eventual transferencia al Estado Argentino de
la soberanía que ejercía sobre las Islas" (31).. Sin embargo, el
Informe Franks agrega que
la publicación del Memorándum
debía ser acompañada por una declaración unilateral, en la
que se dejaba en claro que el gobierno estaba dispuesto a
proceder a un arreglo definitivo con Argentina que
comprendiera la transferencia de soberanía, sólo cuando
estuvieran satisfechos de que dicha transferencia y las
bases sobre la que ella tendría lugar, eran aceptable
para la población de las islas (32).
Esta afirmación muestra que los
británicos, incluso dentro del Gobierno, continuaron sosteniendo
como condición esencial para la transferencia de soberanía la
aceptación de los isleños. Ello hace suponer que, contrariamente a
lo que algunos analistas señalan, con la excepción del lenguaje
empleado, el Memorándum considerado en su totalidad no indica un
importante alejamiento de la tradicional postura británica de
respetar los deseos de los habitantes de las Islas. Para algunos, el
propio gobierno británico se había creado un dilema al iniciar
negociaciones sobre la soberanía con la Argentina y, al mismo
tiempo, prometía a los isleños que las islas no serían transferidas
(33).
A partir de su recepción en Buenos Aires, el gobierno
argentino guardó silencio durante casi dos meses. Recién en octubre
de 1968, durante las reuniones de la Asamblea General Ordinaria de
las Naciones Unidas en Nueva York, ambos ministros, Costa Méndez y
Stewart, retomaron el asunto. Allí concordaron que no existían
"discrepancias fundamentales sobre el documento por ninguna de las
Partes". Sólo restaba firmarlo y hacerlo público.
En tanto en Buenos Aires, el embajador Mc Loughlin y el
representante argentino ante las Naciones Unidas, José María Ruda,
participaron en una reunión de información con el presidente Juan
Carlos Onganía. Según Lanús, mientras que ambos embajadores
sostuvieron la necesidad de la firma del documento, el general
Onganía no se pronunció al respecto (34).
Finalmente, en los primeros días de diciembre de 1968 la
Argentina aceptó el entendimiento. El embajador Mc Loughlin y su
segundo, Enrique Ros, se entrevistaron con el secretario Stewart
para acordar la oficialización del documento por parte de ambos
gobiernos. Las palabras del funcionario británico no fueron las
esperadas: "Lamentablemente la respuesta llega muy tarde; ya no
estamos en condiciones de aceptar el Memorándum, tengo que ir al
Parlamento a dar explicaciones sobre esto porque los Conservadores
han pedido una explicación" (54). A pesar de los esfuerzos de
Stewart, esa misma mañana el Gabinete había decidido no proseguir
con el acuerdo debido a la intensidad de la oposición (36).
El acuerdo había sido rechazado por los isleños, el
Parlamento y la prensa británica. Un periódico británico, el
Daily Express había hecho públicas las negociaciones bajo el
título de "Malvinas en venta". Alguien del Foreign Office había
filtrado el memorándum a Bill Hunter Christie, miembro del "Falkland
Islands Committee", quien puso en movimiento la oposición al
acuerdo. Dada la repercusión que tuvo la noticia y ante el temor de
una posible caída del Gobierno, éste se retractó (37).
Sin embargo antes de proseguir con la historia, cabe
preguntarse cómo pudo una respuesta sobre un documento tan
importante "llegar tarde". Lanús afirma que el destino de tan
trascendente documento puede dar lugar a dudas: "la historia no es
clara del lado argentino" (38). Su relato de los hechos deja
entrever que alguien dentro del Gobierno argentino se oponía al
acuerdo. Una vez que se recibió el documento, durante dos meses no
hubo ninguna reacción a lo enviado por la embajada argentina en
Londres. En octubre, el encuentro del Canciller Costa Méndez con su
par británico puso a la rueda nuevamente en movimiento. Por lo
tanto, puede descartarse que el documento se perdió en un cajón del
Ministerio de Relaciones Exteriores. También informa Lanús que el
presidente Onganía "no se pronunció" sobre el tema. Sin embargo,
siempre según su relato, "después de mucha dilación y consulta,
el Canciller Costa Méndez logró instruir a la Embajada de
Londres para transmitir la aceptación argentina" (39). Por lo tanto,
parece que Costa Méndez, al igual que Stewart enfrentó algún tipo de
oposición interna. Finalmente el Canciller obtuvo una respuesta
favorable al entendimiento (40).
El 11 de diciembre de 1968, el Gobierno británico decidió en
una reunión de Gabinete suspender todo intento de lograr un acuerdo
con la Argentina en base al Memorándum de Entendimiento considerando
la reacción del Parlamento y de la prensa (41).
Ese mismo día, el Secretario de Relaciones Exteriores
británico Michael Stewart declaró ante la Cámara de los Comunes que:
En sus conversaciones con el
gobierno de la Argentina, el Gobierno de Su Majestad ha
tratado de llegar a un entendimiento con la Argentina a fin
de garantizar una relación satisfactoria entre las Islas y
la región continental más próxima, aunque todavía no es
total. Existe una divergencia básica respecto de la
insistencia del Gobierno de Su Majestad en que no podrá
haber transferencia de soberanía contra los deseos de los
habitantes de las Falkland Islands (42).
Con esta declaración, el Gobierno de Su
Majestad se retrotajo a la posición de la autodeterminación de los
isleños (43).
En esa ocasión, la respuesta argentina no se hizo esperar y
al día siguiente (12 de diciembre) el Canciller Costa Méndez declaró
que el gobierno del Reino Unido debía "reconocer como solución
definitiva la soberanía argentina" y agregó que:
1. tal reconocimiento no debe estar supeditado a la
conformidad de los actuales pobladores de las Islas.
2. La República tendrá en cuenta y asegurará los
intereses de los habitantes de las Islas por medio de
salvaguardias y garantías que se acuerden. El gobierno
argentino conforme a los principios tradicionales ha
informado su política en esta materia, acogerá esos
pobladores con la más generosa disposición...
3. La concertación del acuerdo integral tendrá, por
lógica consecuencia, el desarrollo de libres comunicaciones
entre las Islas y el resto del territorio nacional argentino
y la creación de vínculos definitivos con ellos... (44)
Durante la década de los 60 el Gobierno
británico también tomó algunas decisiones que no estaban
directamente relacionadas con las Islas Malvinas pero que, a juicio
de algunos analistas, se convirtieron en señales contradictorias o
fáciles de ser malinterpretadas por parte de los argentinos. Pues
estos estaban siempre a la expectativa de algún cambio en la
situación del archipiélago y la recuperación de las Islas era una de
sus principales temas de política exterior. La primera señal fue el
drástico recorte en el presupuesto militar británico de 1966. Este
ahorro presupuestario llevó al Ministerio de Defensa a renunciar a
los portaaviones y al "desembarco...de tropas contra una oposición
sofisticada fuera del alcance de la cobertura de la aviación
terrestre". Para algunos, esto podría haber afectado el planeamiento
argentino con respecto a llevar adelante acciones militares contra
las Islas (45). La segunda señal fue la decisión del gobierno de
modificar, a principios de 1968, la "Ley de Inmigrantes del
Commonwealth" de 1962. Ante la presión inmigratoria producida por el
proceso de descolonización Gran Bretaña dispuso una nueva ley que
disponía que no podía emigrar a Gran Bretaña quien no fuera oriundo
de ella, o que no tuviera padre, madre o por lo menos un abuelo
nacido en ella. El efecto de esta ley fue que en 1970, sólo la mitad
de los isleños cumplían con los requisitos de la misma (46).
-
Ellerby,
86.
-
Comunicado
Conjunto, emitido en Buenos Aires, el 14 de enero de 1966 citado
en Lanús, 473.
-
Ibid. 473.
-
El embajador
argentino había renunciado a su cargo a raíz del golpe militar.
-
Kinney, 49.
-
En la Argentina,
el hecho produjo un estallido de demostraciones antibritánicas:
ataque al consulado e Instituto Cultural Anglo-Argentino en
Rosario; En Córdoba, hubo demostraciones antibritánicas; y en
Buenos Aires, la embajada británica fue baleada desde un
automóvil. Hubo generalizadas declaraciones de apoyo al grupo
secuestrador. Este grupo se rindió a las autoridades locales en
la noche del 29 de septiembre. El Gobierno argentino pidió
disculpas al Reino Unido por los incidentes y envió un buque de
transporte naval para repatriar a los pasajeros y a los
secuestradores. Ante las expresiones de apoyo y pedidos de
gracia "porque habían tratado de reivindicar la soberanía
argentina sobre las Malvinas", el gobierno los juzgó
aplicándoles penas muy leves (Hoffmann y Hoffmann, 115-116).
-
Ibid. 116.
-
Franks, 5.
Además de estos episodios públicos que preocuparon a los
británicos, Oliveri López menciona que un desembarco clandestino
en las Malvinas a cargo del submarino ARA Santiago del Estero
determinó una mayor presencia naval británica (1992, 230 n. 4).
-
Lanús, 474.
-
Kinney, 49-50;
Franks, 5.
-
Franks, 5-6.
-
Kenny define a
esta organización como un grupo compacto y persistente, a favor
de un solo tema, cuyo objetivo incluía la supresión de la
discusión de cualquier alternativa a la del status quo
para las Malvinas. Sus actividades consistieron siempre en
actuar como una fuerza polarizadora que previno cualquier
evolución hacia un arreglo entre las partes(58).
Entre sus miembros se hallaban parlamentarios y personas
influyentes. En 1977 se crearía otro grupo con base en Londres:
La Asociación para la Investigación y el Desarrollo de las Islas
Falkland (Falkland Islands Research and Developement Association).
El objeto de este grupo era la búsqueda de alternativas de
desarrollo no-argentinas para el archipiélago. Contaba con
importantes apoyos y contactos también intervino para proteger
la posición dura de los isleños activando a la opinión pública (Gustafson,
99).
Estos grupos contaban con el apoyo financiero de la Compañía
de las Islas Falkland (Falkland Islands Company). Por último,
otro grupo era el llamado Amigos de las Islas Falkland (Friends
of the Falkland Islands) compartía también un gran número de
miembros comunes con las anteriores. Ver también Ellerby.
-
Ibid, 6. Al
respecto, Quellet confirma que de las declaraciones de los
miembros del Gobierno británico y de "la convicción existente en
el ánimo de los parlamentarios" reproducidas en los Diarios de
Sesiones, el objeto de las negociaciones era la soberanía (76).
La carta enviada a los parlamentarios y a la prensa decía:
¿Sabe Usted qué...?: Se están llevando a cabo
negociaciones entre los gobiernos de Gran Bretaña y la Argentina
para entregar en cualquier momento las islas Falkland a la
Argentina.
Tenga en cuenta que: los habitantes de las islas nunca
fueron consultados sobre su futuro. Que ellos NO quieren
ser argentinos. Los isleños son tan británicos como ustedes, la
mayoría son de descendencia inglesa o escocesa de hasta sexta
generación. Cinco de cada seis nacieron en las Islas. Muchos
ancianos no han estado en ningún otro lugar. No hay problemas
raciales, on hay desempleo y no hay pobreza, y NO ESTAMOS EN
DEUDA (27 de febrero de 1968, Ellerby, 87).
-
Kinney, 50. De
ahora en mas, Foreign Office. Pero tener en cuenta que para
1968, el Foreign and Commonwealth Office era el resultado de la
fusión de tres departamentos, el Commonwealth Office, el Foreign
Office, y el Colonial Office. Este último ya se había fusionado
con el primero en 1966 (Hastings & Jenkins, 12-13).
-
Quellet, 77.
-
Relato en base a
los Debates Parlamentarios (Hansard) en Quellet 77-78.
-
Franks, 6.
-
Kinney, 50.
-
Lanús, 474.
-
Kinney, 50.
-
Peter J. Beck:
The Falkland Islands Dispute as an International Problem.
Routhledge, 1988 citado por Olivieri López 1995, 51.
-
Franks 6.
-
Beck 1988 citado
por Olivieri López 1992, 231 n.9.
-
Hoffmann y
Hoffmann, 118.
-
Ibid. 119.
Parecería que algunos argentinos hubieran escuchado las palabras
de Lord Chalfont. Pues mientras éste se hallaba en las Islas, el
27 de noviembre, un avión argentino aterrizó en las calles de
Puerto Stanley. A bordo viajaron Héctor R. García, propietario
del periódico Crónica, un reportero y como piloto a
Miguel L. Fitzgerald (el mismo del aterrizaje de 1964).
Inmediatamente fueron apresados y repatriados a Río Gallegos a
bordo del buque HMS Endurance que trasladó a Lord
Chalfont de visita a la Argentina (Ibid. 119-120 y Destefani
108).
-
Olivieri López
1992, 84 y Ellerby, 89.
-
Allí se reunió
con el Canciller Costa Méndez y luego, ambos gobiernos
anunciaron que habían tratado el tema de las Malvinas en el
marco de las negociaciones secretas que tenían lugar en Londres
(Hoffmann y Hoffmann, 117)
-
Olivieri López
1992, 85.
-
Hoffmann y
Hoffmann, 122-123.
-
Ellerby,
89-90.Por ejemplo, el 12 de diciembre el vocero sobre relaciones
exteriores de la oposición, Sir Alec Douglas-Home, se
comprometió a que si su partido heredara las negociaciones con
la Argentina, ellos "eliminarían la cuestión de la soberanía de
la agenda". De acuerdo con Ellerby, "el tema de las Falkland
presentó a Heath [líder de los conservadores] como una
oportunidad para unir a su partido, dividir a los laboristas y
reconquistar la fe del público de que el Partido Conservador era
capaz de defender valores británicos" (90).
-
Lanús, 475;
también Kinney, 50 y Olivieri López 1992, 83.
-
Franks, 6.
énfasis agregado.
-
Ellerby, 90.
-
Lanús, 475.
-
Ibid. 476. Los
ataques fueron tan severos que Stewart tuvo que acortar una
visita oficial que realizaba a la India y regresar a defender la
posición del Gobierno (Hoffmann y Hoffmann, 123.
-
Olivieri López
1992, 231 n. 11. Los argumentos de Stewart eran que un arreglo
con la Argentina sería beneficioso para los isleños, que
mejoraría la posición del Reino Unido en las Naciones Unidas y
su relación con América Latina, en general (Hoffmann y Hoffmann,
123-25.
-
Lanús, 476.
-
Ibid. 475.
-
Ibid. 475,
énfasis agregado.
-
Durante los días
de la Guerra del Atlántico Sur, el diario La Nación
publicó una carta del brigadier Eduardo McLoughlin que respondía
a una nota anterior publicada en ese matutino. Dicha nota
firmada por José Campobassi sostenía que la Argentina no aceptó
la propuesta británica porque aquella insistió en el
reconocimiento incondicional de su soberanía. La respuesta de
McLoughlin precisa que la negociación se había extendido por la
falta de acuerdo entre las partes sobre el texto de una nota
explicativa conjunta que acompañaría la elevación del Memorándum
al Secretario General de las Naciones Unidas. Mientras se
desarrollaban estas discusiones, la oposición en el Reino Unido
había agitado el tema públicamente, lo que asustó al Gobierno y
en consecuencia, abandonó las negociaciones (La Nación,
14-4-1982, 7).
-
Franks, 6. Beck
cuenta que en esa reunión, Stewart defendió la negociación
señalando sus ventajas, pero un miembro del Gabinete comentó que
"...uno por uno, todos nos volvimos en su contra", dejando claro
que no conseguiría su objetivo (1988, 103 citado por Olivieri
López 1992, 231 n.11).
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Lanús, 476.
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A partir de
diciembre de 1968, Gran Bretaña estableció claramente su curso
de negociaciones: negociar con la Argentina, pero dejar bien
claro que la transferencia de soberanía sin la aprobación
(auto-determinación) de los Isleños no era negociable (Kinney,
51).
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Lanús, 476.
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Kinney, 49.
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Quellet, 79-80.
Los datos eran que sólo 140 personas en las Malvinas tenían
pasaporte que les permitiría emigrar y 862 estaban sujetos a la
aplicación de la nueva ley de inmigración (Ibid. 80 basado en
House of Commons, Parliamentary Debates, 26.3.1968).
Esta información procede de
"Historia General de las Relaciones Exteriores de la Argentina" se
han vinculado solo los temas relacionados con Malvinas. Esta obra esta compuesta
de 14 tomos publicada por Iberoamérica y los Directores son Andrés Cisneros y
Carlos Escudé.
El presente material podrá ser utilizado con fines estrictamente académicos
citando en forma explícita la obra y sus autores. Cualquier otro uso deberá
contar con la autorización por escrito de los autores.
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Historia de las Islas Malvinas
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