Discusiones confidenciales anglo-argentinas
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Discusiones confidenciales anglo-argentinas sobre temas de pesca: la intervención de los Estados Unidos (1986-1989).
 
El 29 de octubre de 1986, el gobierno británico anunció que a 
partir del 1 de febrero del año siguiente impondría unilateralmente 
una zona de conservación y administración de pesca (FICZ) en las 
aguas adyacentes a las Islas Malvinas. A partir de esa fecha, los 
pesqueros que querían operar en la zona necesitarían una licencia. 
El radio de la zona se estableció en 150 millas y se lo hizo 
coincidir con la zona de protección. La Argentina protestó duramente 
por semejante decisión. El gobierno norteamericano comenzó a 
preocuparse ante la posibilidad de una escalada de tensión entre dos 
naciones amigas y, por lo tanto, decidió intervenir con el objeto de 
llegar a algunos acuerdos que evitaran incidentes en el Atlántico 
Sur. A continuación se presenta el desarrollo de las negociaciones 
usando las minutas de dichos encuentros. Debe aclararse que en este 
trabajo se utilizó documentación argentina y por lo tanto no se sabe 
con certeza que intercambio hubo entre los representantes británicos 
y los de Estados Unidos. Pero si se observan las posturas que 
adoptan los norteamericanos frente a los argentinos y el tipo de 
acciones que recomiendan es posible deducir el carácter de las 
conversaciones.
    En el transcurso de las negociaciones, los británicos no 
cambiaron su actitud hacia las islas: "las islas Falkland son 
británicas" y los argentinos a pesar de la entereza que mostraron en 
las conversaciones terminaron accediendo al camino propuesto por 
Gran Bretaña. También es posible suponer que la presión de los 
Estados Unidos sobre los argentinos jugó un papel importante en la 
aceptación de esta postura.
    El 16 de noviembre de 1986 el Ministerio de Relaciones 
Exteriores de la Argentina entregó en la embajada del Brasil en 
Buenos Aires una declaración para que fuera transmitida al Gobierno 
del Reino Unido. En la misma el gobierno argentino respondió a la 
declaración británica del 29 de octubre de 1986 en la cual anunciaba 
el establecimiento de una zona de conservación pesquera alrededor de 
las Malvinas. El documento argentino ratificó su adherencia a los 
principios de las Naciones Unidas para solucionar pacíficamente las 
controversias entre las naciones. Además, señaló que la declaración 
británica, "al pretender ejercer derechos soberanos sobre espacios 
marítimos...revela que el centro de la controversia con la República 
Argentina es, precisamente, la soberanía sobre las Islas Malvinas". 
La declaración argentina propuso también la iniciación de 
negociaciones globales bajo los términos de la resolución 40/21 de 
la Asamblea General de las Naciones Unidas; (1) el iniciar 
previamente un diálogo abierto para crear condiciones de confianza. 
En el punto 3, el gobierno argentino expresó su disposición para 
facilitar el inicio de las negociaciones a través de una 
declaración que en su momento -a pesar de ser jurídicamente 
innecesario- establezca el cese formal de hostilidades, como 
parte de un proceso de eliminación de las consecuencias del 
conflicto y que deberá poner fin a la llamada "zona de 
protección" militar de 150 millas.
    En pocas palabras, el gobierno argentino 
invitaba al gobierno británico a celebrar negociaciones globales de 
acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas para que se 
trataran todos los temas pendientes incluyendo el de la soberanía. 
También propuso canjear la declaración formal de cese de 
hostilidades por la eliminación de la zona de protección.
    Los británicos rechazaron la declaración argentina porque no 
encontraron ninguna diferencia con la posición anterior que, según 
afirmaban, había conducido al fracaso de las conversaciones de Berna 
en 1984. Según estimó la diplomacia británica, un diálogo sobre 
negociaciones globales, de acuerdo con lo expresado por la 
Argentina, incluiría indefectiblemente el tema de la soberanía (2). 
Y esto era algo que los británicos no estaban dispuestos a aceptar.
    Ante la decisión británica y la respuesta argentina, el 
Departamento de Estado norteamericano se alarmó por la posibilidad 
de un aumento en la tensión entre ambos países, por lo tanto decidió 
actuar e interceder entre ambos. El secretario de estado 
norteamericano, George Schultz, propuso al ministro Caputo un 
procedimiento para que las partes negociaran un régimen multilateral 
de pesca de común acuerdo: a través de la Convención de Recursos 
Vivos Marinos Antárticos. De este modo, por iniciativa de los 
Estados Unidos y con Washington actuando como intermediario, 
comenzaron los intercambios en esa ciudad sobre la cuestión pesquera 
en enero de 1987. El procedimiento adoptado para mantener la ficción 
de la ausencia de contactos bilaterales directos fue la de 
intercambiar documentos sin membrete vía el Departamento de Estado 
norteamericano. Estos se conocieron como los non-papers y, 
por lo tanto, podía fácilmente negarse que hubieran sido 
intercambiados (3). Estos contactos inicialmente cautelosos fueron 
posibles, en parte, porque existía un genuino deseo en ambos países 
por evitar un deterioro aún mayor en sus relaciones (4).
    La propuesta de los Estados Unidos fue bien recibida por el 
gobierno argentino. Ante la misma, el 20 de diciembre, el canciller 
Dante Caputo y sus colaboradores fijaron la estrategia a seguir. La 
misma consistiría en "encontrar un ámbito para conversar y ensayar 
soluciones posibles, sin prejuzgar sobre los derechos." En este 
caso, las conversaciones respaldadas por los Estados Unidos deberían 
servir para evitar que se produjeran incidentes armados a partir de 
la activación de la zona de conservación el 1 de febrero del año 
siguiente. En cuanto a la conservación del recurso pesquero se 
decidió rechazar cualquier posible regulación internacional de la 
pesca, y la solución vía la FAO. A cambio de ello, una vez más, los 
argentinos informaron que "como un compromiso ante los Estados 
Unidos... nosotros estamos dispuestos a declarar públicamente el 
cese formal de hostilidades." A cambio, solicitarían que el Reino 
Unido "se comprometa ante los Estados Unidos, y no públicamente, a 
levantar la zona de exclusión, 48 horas después".
    El 22 y 23 diciembre de 1986, una delegación argentina se 
entrevistó con una delegación norteamericana en el Departamento de 
Estado en Washington (5). Los estadounidenses reiteraron la 
propuesta para la solución de la disputa de pesca utilizando la 
Comisión de Consulta de los Recursos Vivos Marítimos Antárticos 
(CCAMLR). De este modo, sostuvieron los norteamericanos, dado que la 
Comisión era un foro en el cual tanto la Argentina como el Reino 
Unido tenían representación y que, además, se ocupaba de la 
administración de pesquerías en áreas donde había disputas de 
soberanía -como la Antártida- permitiría discutir sin prejuicio 
sobre la disputa. Los funcionarios norteamericanos también 
expresaron su preocupación por una cuestión política más amplia, de 
la cual las pesquerías eran un aspecto. Para ellos, la 
multilateralización serviría de pantalla para una solución más 
amplia en el mediano plazo pues, en lo inmediato, se necesitaba 
fomentar medidas de confianza. Los hombres del Departamento de 
Estado enfatizaron que su fórmula era "flexible" y que podría 
convertirse en "una pantalla para conversaciones informales si ambas 
partes tienen la voluntad política".
    Por su parte, los representantes argentinos rechazaron la 
utilización de la Convención Antártica y a continuación, presentaron 
el primer non-paper para ser entregado a los británicos. El 
documento reiteraba la fórmula del canje de cese de hostilidades por 
levantamiento de la zona de exclusión como un paso para pacificar el 
área y facilitar la tarea de los expertos. En este sentido, proponía 
la creación de un grupo de expertos, con el auspicio del Secretario 
General de las Naciones Unidas, para establecer un régimen común de 
administración de pesca. Durante el encuentro, los norteamericanos 
advirtieron a los argentinos que la Convención y las Naciones Unidas 
no eran equivalentes. Mientras que el régimen del Tratado Antártico 
era más neutral y técnico; las Naciones Unidas, desde una 
perspectiva política, no eran neutrales y por lo tanto "el Reino 
Unido podría tener dificultades en aceptarla, les podría parecer 
parcial" (6). Luego de solicitar y de recibir algunas aclaraciones 
sobre el grupo de expertos, los norteamericanos acordaron que 
entregarían el documento y que mantendrían las conversaciones 
confidenciales.
    El 31 de enero de 1987, un día antes de la entrada en 
vigencia de la Zona de Conservación, los británicos entregaron por 
intermedio de la embajada norteamericana en Buenos Aires su primer
non-paper. Este documento sostenía que el documento 
argentino del 23 de diciembre 1986 había sido bien recibido. Por su 
parte compartían "los objetivos de prevención de incidentes y 
conservación de las pesquerías de acuerdo con la ley internacional." 
También garantizaban que estaban "preparados, sin prejuicio sobre el 
tema de soberanía, a trabajar para alcanzar ambos objetivos." El 
documento remarcaba, primero, que las conversaciones se limitarían 
exclusivamente a procedimientos sobre conservación y administración 
de la pesca en las áreas a acordar. Segundo, que la definición de 
las aguas sobre las que se discutiría se establecería de acuerdo con 
tanto la ley argentina 17094 como de la declaración británica del 29 
de octubre de 1986. Tercero, que la Argentina debía asegurarse que 
en la ejecución de los convenios con la Unión Soviética y Bulgaria 
no hubiera inconsistencias con los términos de la declaración 
británica del 29 de octubre. En cuanto al eventual papel de la 
tercera parte, el documento subrayó que el mismo no debía ser el de 
mediador sino el de servir como "canal de comunicación". Por último, 
a diferencia de la posición argentina, los británicos creían que 
publicar los intercambios sobre las pesquerías y la coordinación de 
su explotación contribuiría a reducir las tensiones. 
    El 24 de abril de 1987, representantes argentinos mantuvieron 
una reunión con los funcionarios norteamericanos en el Departamento 
de Estado. Durante esta reunión, los argentinos entregaron el 
segundo non-paper de su gobierno. Éste proponía, sin 
perjuicio de las respectivas posiciones sobre soberanía, que se 
creará un régimen temporario para coordinar los respectivos sistemas 
de administración de la zona de pesca, para establecer 
procedimientos de ejecución, y delimitar el área de aplicación del 
régimen. En cuanto al papel de la tercera parte, le asignaba el de 
asesorar a las partes, recibir sus ideas y en base a ellas elaborar 
propuestas que si fueran aceptadas deberían convertirse en el 
régimen temporario de coordinación. Para ocupar este papel, las 
preferencias argentinas se inclinaban hacia el Secretario General de 
las Naciones Unidas. La propuesta argentina también propugnaba "la 
eliminación del área de 150 millas en sus dos aspectos, conservación 
y protección." Por último, una vez más, el gobierno argentino 
expresó que no estaba de acuerdo con la idea británica de publicar 
la marcha de las negociaciones. Luego de solicitar algunas 
aclaraciones, los norteamericanos acordaron que transmitirían a los 
británicos tanto lo tratado en la reunión como el contenido del 
non-paper.
    El siguiente encuentro entre argentinos y norteamericanos se 
produjo en Nueva York en la sede de las Naciones Unidas el 25 de 
junio de 1987. En éste participaron, por la parte argentina, el 
Canciller Caputo, y los embajadores García del Solar y Delpech. Por 
los norteamericanos sólo Robert Gelbard. El canciller argentino 
discutió el texto propuesto sobre el "paraguas de soberanía". El 
mismo se basaba, con muy pequeñas modificaciones, en el adoptado en 
1971 que posibilitaron la firma de los Acuerdos de Comunicaciones 
entre Argentina y Gran Bretaña. El canciller también expuso una 
secuencia de acciones tendientes a facilitar una reunión bilateral, 
la producción de gestos recíprocos a convenir, "como por ejemplo, 
concesiones argentinas flexibilizando mecanismos de control 
comercial que traban el intercambio con el Reino Unido, y respuestas 
británicas de algún tipo." A su vez, el funcionario norteamericano 
acordó que trasmitiría la propuesta a la embajada británica, pero 
confesó que tenía reparos acerca de si los británicos aceptarían el 
punto sobre convenir gestos recíprocos. A continuación se transcribe 
el texto del "paraguas" propuesto por la Argentina. De este modo, el 
tercer non-paper decía que: 
Nada en el desarrollo y contenido de la presente reunión 
podrá ser interpretado como:
a) Una renuncia por parte de la República 
Argentina o del Reino Unido a derecho alguno de soberanía y 
jurisdicción territorial y marítima sobre las islas Malvinas 
y los espacios marítimos circundantes. 
b) Un reconocimiento o apoyo de la posición de la 
República Argentina o del Reino Unido acerca de la soberanía 
y jurisdicción territorial y marítima sobre las islas 
Malvinas y los espacios marítimos.
c) Ningún acto o actividad que se lleve a cabo como 
consecuencia de lo desarrollado y convenido en la presente 
reunión y mientras esté en ejecución podrá constituir 
fundamento para afirmar, apoyar o denegar, la posición de la 
República Argentina o del Reino Unido acerca de la soberanía 
y jurisdicción territorial y marítima sobre las islas 
Malvinas y los espacios marítimos circundantes. 
La respuesta del Gobierno británico al último non-paper 
argentino fue entregada a estos vía Washington el 10 de agosto de 
1987. El segundo non-paper de los británicos, fechado el 7 de 
agosto, expresaba que el gobierno de Su Majestad aceptaba el interés 
mostrado por el gobierno argentino en lograr un acuerdo sobre los 
temas de conservación, prevención de incidentes y mejora en las 
relaciones entre ambos países. Al mismo tiempo, expresaba que su 
gobierno estaba listo para el diálogo sobre esos temas. Pero, el 
punto 2 del comunicado, aclaraba que el Gobierno británico no estaba 
"preparado para discutir soberanía." Además, para evitar futuros 
malentendidos presentaron algunas consideraciones que deberían 
gobernar cualquier acuerdo sobre las pesquerías:
    -Considerar los problemas del área de conservación como un 
todo que requeriría de acciones coordinadas por parte de los 
gobiernos. 
    -Aclarar que la posición del Gobierno británico es que un 
acuerdo de pesca en el Atlántico Sud occidental estaba regulado por 
dos regímenes con derechos jurisdiccionales separados que 
requerirían coordinación. Además, la declaración del 29 de octubre 
de 1986 debía estar absolutamente contemplada.
    El documento británico incluyó, también, unas pequeñas 
enmiendas al texto del paraguas elaborado por los argentinos. Se 
adjuntaba también un "comunicado de prensa de contingencia" 
(contingency press line) para responder a cualquier a los 
requerimientos de la prensa. También aclaraba que el Gobierno 
británico no informaría de estos intercambios, pero que si la prensa 
se mostraba persistente confirmarían que éstos existieron en 
respuesta a "propuestas previas de parte de los argentinos." Al 
respecto informaría que el intercambio de ideas se limitó a temas 
concernientes a las pesquerías y que no se darían detalles sobre los 
intercambios confidenciales. Afirmaba también que en caso que la 
prensa los presionara sobre si se trató el tema de soberanía se 
respondería con un rotundo "no,...la soberanía no está en 
discusión". 
    La reacción argentina ante la propuesta británica del 10 de 
agosto fue presentada en una reunión celebrada en Nueva York entre 
la delegación argentina encabezada por el Canciller y los señores 
Gelbard y Howard, en nombre del gobierno de los Estados Unidos. 
Durante la misma, Caputo informó que el documento británico le 
parecía bueno: "es la primera vez que hay un intercambio positivo." 
Respecto de las enmiendas propuestas por los británicos, la 
delegación argentina solicitó a los británicos, siempre por 
intermedio de los norteamericanos, ampliaciones con respecto a 
cuatro puntos. 
    En primer lugar, requirieron mayores precisiones respecto de 
la referencia en la propuesta británica a las "necesidades de la 
región como un todo." Ahora los británicos, sostuvieron los 
argentinos, ya no hablaban de algo multilateral sino regional. El 
embajador García del Solar, expresó que "en todo caso, nosotros no 
queremos nada que pueda internacionalizar el área. Nuestro objetivo 
es un acuerdo bilateral." En el segundo punto, los argentinos 
afirmaron que antes de la guerra habían aceptado el enfoque 
británico para tratar temas prácticos y no había habido progreso 
alguno sobre la sustancia de la controversia. En tercer lugar, sobre 
el reordenamiento británico de la declaración del "paraguas", García 
del Solar solicitó alguna clarificación sobre el sentido del 
reemplazo de la palabra "renuncia", en el texto argentino, por el de 
"cambio de posición". Por último, los representantes argentinos 
reiteraron que "sería útil levantar la zona" de conservación 
establecida en la Declaración del 29 de octubre. 
    Al término de la reunión los argentinos acordaron con los 
norteamericanos que le entregarían un escrito desarrollando estos 
puntos. Así lo hicieron al día siguiente. Este escrito se convirtió 
en el cuarto non-paper argentino.
    El día 27 de noviembre la embajada británica en Washington 
entregó al gobierno norteamericano las respuestas a los cuatro 
puntos que los argentinos habían indicado en la reunión del 29 de 
septiembre último. El texto de este tercer non-paper 
británico puede resumirse en del siguiente modo:
1. es un hecho (it is a matter of fact) que existen dos 
cuerpos regulatorios separados con dos cuerpos de reglas de 
conservación y administración de la pesca.
2. respecto del significado del "total de la región", el 
Gobierno británico aclaró que si bien ellos consideraban 
como mejor solución un arreglo multilateral, estarían 
dispuestos a lograr acuerdos bilaterales que incluyeran 
ambas zonas de pesca nacionales y las aguas adyacentes pero 
no aquellas de los terceros estados.
3. Respecto del cambio de palabras en la fórmula del 
paraguas, consideraban que el texto argentino no era lo 
suficientemente amplio y que el cambio propuesto por ellos 
("cambio en la posición" por "renuncia") era una fórmula más 
neutral.
4. Por último, respecto del alcance y oportunidad de los 
"temas prácticos", el Gobierno británico aclaró que estaban 
convencidos de que los progresos en esos temas ayudarían a 
restablecer las relaciones normales. El tema de la 
coordinación de las políticas de conservación en las 
pesquerías del Atlántico Sud occidental, afirmaban, podría 
ser uno de esos temas que "deben continuarse sobre la base 
de sus méritos y no condicionarse al progreso en los otros 
puntos de índole práctica." 
Los norteamericanos entregaron a los argentinos el documento 
británico durante una reunión llevada a cabo en Nueva York el 3 de 
diciembre. Luego de mirarlo rápidamente, el Canciller Caputo comentó 
que, a primera vista, los puntos segundo y tercero parecían 
aceptables. Con referencia al punto 1, que insistía en que la 
declaración del 29 de octubre de 1986 debía ser aceptada, el 
Canciller comentó que así como estaba anunciada difícilmente podría 
ser aceptada por los argentinos. Agregó también que habría que 
encontrar alguna fórmula para "contornear" el tema, "ya que parece 
evidente que la parte inglesa no puede ignorarlo."
    La delegación argentina reiteró categóricamente al señor 
Gelbard que no era un objetivo de los argentinos el restablecer o 
normalizar las relaciones; por el contrario, "ello sería la 
consecuencia del encauzamiento de las negociaciones globales." El 
Canciller agregó que las partes tenían enfoques distintos. Mientras 
que los británicos querían avanzar centrándose en los temas más 
prácticos, de detalle; la Argentina buscaba una negociación global, 
que incluyera soberanía. De todos modos, acordaron con el señor 
Gelbard que se le entregaría una respuesta oficial en los próximos 
días.
    Poco antes de Navidad, el 22 de diciembre, la delegación 
argentina entregó a Gelbard un nuevo non-paper respondiendo 
al británico recibido a principios del mes. Según la opinión de los 
representantes argentinos, luego de haberse producido los primeros 
intercambios, era momento ahora de "pensar en términos de acción". 
Respecto del non-paper británico, García del Solar comentó 
que la Argentina aceptaba los términos del "paraguas de soberanía", 
que protegía las posiciones de ambos países, pues éste no dejaba "de 
lado el tema de la soberanía. Queremos que esté allí presente, pero 
que no afecte las conversaciones". Además, los argentinos 
propusieron que si los británicos estaban de acuerdo, deberían 
acordar sobre un lugar para reunirse. Tal vez en América Latina. El 
representante norteamericano rápidamente respondió que le parecía 
difícil que los británicos aceptaran algún país latinoamericano. En 
su lugar propuso Madrid o Italia. Pero finalmente acordaron que esa 
decisión quedaría para más tarde.
    En el punto 1 del non-paper, los argentinos 
expresaron, una vez más, su disposición para lograr un entendimiento 
que permitiera reducir tensiones y contribuyera a evitar incidentes 
y depredación de recursos pesqueros en el área de las Malvinas. Ello 
sin perjuicio de las respectivas posiciones sobre soberanía. En el 
segundo punto, la Argentina reiteró su "posición básica" de resolver 
por la vía pacífica y definitivamente los problemas pendientes entre 
los dos países, incluyendo la cuestión de la soberanía por las islas 
Malvinas. El documento expresaba luego, que se aceptaba la fórmula 
de un paraguas de soberanía que cubriera las tratativas salvando las 
respectivas posiciones de las partes y proponía iniciar el diálogo 
sobre los aspectos señalados en el punto 1 del documento. Por 
último, planteaba que existiera un compromiso previo entre las 
partes de "abstenerse de hacer público o hacer trascender el 
contenido de las presentes tramitaras o interpretaciones 
unilaterales respecto de su significado".
    Para fines de 1987, las posiciones estaban bien definidas. A 
lo largo de ese año las partes fueron configurando sus propuestas. 
El año de 1988 presentó, gracias a la mediación de los Estados 
Unidos, un notable incremento en los intercambios entre las partes . 
Los días 8 y 9 de febrero diplomáticos norteamericanos, Gelbard y 
Felder visitaron la Argentina. Junto con ellos estuvo presente el 
embajador de los Estados Unidos en Buenos Aires, el Señor Gildred. 
Estos aún no tenían una respuesta británica a la propuesta argentina 
de Navidad. En primer lugar se reunieron con el canciller Caputo. En 
este encuentro los enviados norteamericanos señalaron la 
conveniencia para la Argentina de una declaración unilateral de cese 
de hostilidades. Los argentinos preguntaron si una acción en ese 
sentido garantizaría la reanudación del aprovisionamiento militar al 
país por parte de los Estados Unidos. Por su parte, los funcionarios 
norteamericanos argumentaron que dicha declaración sería buena en 
dos sentidos: ante el Congreso de su país, que era quien decidía el 
aprovisionamiento militar a la Argentina. En segundo lugar, daría 
una imagen muy positiva del gobierno del presidente Alfonsín. El 
canciller Caputo declaró que el presidente Alfonsín estaba dispuesto 
a gestos "muy importantes...si como resultado de ello se volviese a 
la situación previa al 2 de abril de 1982". Sin conocer aún la 
posición británica, los diplomáticos, acordaron que continuarían 
explorando esa posibilidad que apuntaba también a fortalecer la 
cooperación argentino-norteamericana.
    Sin embargo, estos progresos se vieron amenazados por una 
decisión británica. En efecto, el 12 de febrero de 1988, el gobierno 
británico informó que llevaría a cabo maniobras militares en la zona 
de Malvinas. El anunció de la operación, denominada "Fire Focus", 
generó agitación en los medios diplomáticos y produjo el retorno a 
Buenos Aires de Gelbard quien se hallaba de gira por Latinoamérica. 
El 16 de febrero por la tarde se reunió con en el Canciller 
argentino en su casa. Caputo le comunicó al diplomático 
norteamericano que la acción británica echaba por tierra el clima 
propicio para una declaración argentina de cese de hostilidades y 
con la intención argentina de realizar, en concordancia con los 
Estados Unidos, de llevar adelante una iniciativa "audaz." El 
canciller también recurrió al recurso de tratar de atemorizar al 
funcionario norteamericano. Según lo interpretaba el gobierno 
argentino, sostuvo Caputo, la decisión británica tenía dos 
consecuencias. Uno, achicaba su espacio político interno para llevar 
a cabo iniciativas audaces. Dos, podría crear tensión política en el 
país, es decir, desestabilización por parte de sectores de 
nacionalistas. Para los argentinos, los británicos estaban 
provocando al decidir realizar maniobras frente a la Argentina, al 
mismo tiempo que armaba a Chile.
    Por su parte, Gelbard le contestó a los argentinos que había 
recibido la noticia con "consternación" y que estaba fastidiado por 
lo súbito de la decisión británica. Además, calificó la acción como 
"grave" y afirmó que los argentinos habían actuado bien. También 
expresó:
Estamos muy enojados. Actuaron [los británicos] como en 
el caso de la declaración de la Zona de Conservación. 
Nosotros, en estos últimos meses les hemos expresado nuestra 
preocupación por la venta de armas a Chile. Están 
desestabilizando el Hemisferio. Es NUESTRO hemisferio, no el 
de ellos. Nos preocupa lo que puede pasar (7).
Pero a pesar de su delicada posición como tercera parte en las 
conversaciones por sus compromisos con ambas partes, el diplomático 
norteamericano reiteró a los argentinos la necesidad de declarar el 
cese de hostilidades. A continuación le tocó el turno a Gelbard de 
infundir temor. Sostuvo que así como estaba la situación, la 
relación de su país con la Argentina en materia de defensa de veía 
complicada por la existencia del estado de beligerancia con un país 
miembro de la OTAN. Para reforzar la postura de su país entregó una 
copia de los puntos redactados personalmente por el Secretario de 
Estado Shultz y por el señor Powell, del National Security Council. 
En ésta, urgía a los argentinos a "finalizar formalmente el estado 
de hostilidades con Gran Bretaña." A cambio de ello, el gobierno 
norteamericano se comprometía, entre otras cosas, a brindar 
reconocimiento público a esta "contribución significativa a la paz 
regional". También a prestar apoyo político y práctico al proceso de 
consolidación democrático. Asimismo, se comprometían a redoblar sus 
esfuerzos para que las conversaciones con el Reino Unido 
progresaran. Por último, trabajarían con el gobierno Argentino para 
normalizar y mejorar la relación respecto del abastecimiento de 
equipo militar, especialmente de aviones A-4.
    En un esfuerzo para convencer a los argentinos, el señor 
Gelbard confesó que sabía que hacer esa declaración era "difícil",
pero se les ofrece una ocasión única. Lo que están 
haciendo los ingleses es increíble y estúpido...Contrasta 
con el papel que sigue y que asumiría Alfonsín con el cese 
de hostilidades. 
Y remató diciendo que "seis años después de haber apoyado los 
Estados Unidos al Reino Unido en la guerra, aparecemos con actos 
concretos y muy simbólicos: equipos militares y aviones". El 
canciller declaró que a primera vista, la propuesta le parecía muy 
importante.
    Las conversaciones continuaron. Al día siguiente, el señor 
Gelbard visitó la Quinta Presidencial y reiteró al presidente 
Alfonsín, que su gobierno estaba dispuesto a inaugurar una nueva 
política (8). También afirmó que esta propuesta norteamericana era 
conflictiva para sus relaciones con el Reino Unido y que estaban 
proponiendo "gestos, acciones y muestras de apoyo al gobierno 
argentino". Esta acción, "sería un cambio importante en la política 
que nuestro país [Estados Unidos] ha seguido desde 1982 con vuestros 
militares."
    El presidente Alfonsín respondió que la iniciativa le parecía 
fundamental y un cambio básico. Pero si el gobierno argentino 
declaraba en ese momento el cese de hostilidades parecería que 
actuaba bajo presión. Entonces el presidente propuso que podría 
enviar una carta personal a la Señora Thatcher donde le expresaría 
la inutilidad de continuar con el enfrentamiento entre la Argentina 
y Gran Bretaña. En la carta ofrecería también el cese de las 
hostilidades a cambio del levantamiento por parte de Gran Bretaña de 
la zona de exclusión. El canciller Caputo secundó el ofrecimiento 
del presidente agregando que una declaración unilateral argentina 
tendría un costo interno muy alto que sólo lo justificaría el 
levantamiento de la zona de exclusión.
    Gelbard apoyó la idea de enviar la carta pero expresó que 
temía que la Primer Ministro no aceptaría levantar la zona de 
exclusión. Entonces preguntó si al presidente le bastaría como 
compensación la propuesta del gobierno norteamericano. El presidente 
le respondió que para él, la oferta norteamericana era suficiente, 
pero no estaba seguro si lo sería para el pueblo argentino.
    Esa misma tarde, en casa del canciller Caputo, continuaron 
las conversaciones. Los norteamericanos se mostraron sorprendidos 
por la posición del presidente sobre el levantamiento de la zona de 
exclusión a cambio del cese de hostilidades y reiteraron que su 
gobierno ofrecía una alternativa: "cese por relación privilegiada 
con los Estados Unidos".
    Caputo aclaró que había que mostrar algo a la opinión 
pública. Y avanzó aún más sobre las condiciones expresadas por el 
presidente, que Gran Bretaña levantara también la zona de 
conservación. Asimismo, comentó que le parecía más viable darle un 
marco internacional a las conversaciones, recurriendo al Consejo de 
Seguridad de las Naciones Unidas. Sobre esta propuesta, los 
norteamericanos expresaron sus dudas acerca de que los británicos 
aceptarían la reunión del Consejo de Seguridad. El señor Gelbard 
agregó que consideraba difícil poder obtener algo de la Señora 
Thatcher, porque "para ella...el episodio de las Malvinas fue su 
momento churchiliano...[además] esto de las maniobras es una 
decisión calculada." Era claro que ella no quería hacer concesiones. 
A pesar de sus dudas, Gelbard pensaba que el presidente debía 
proseguir con la idea de la carta personal. Por último, reiteró que 
transmitiría las ideas argentinas al Secretario Shultz y reiteró que 
lo esencial era que el gobierno argentino estuviera decidido a 
declarar el cese de hostilidades.
    Finalmente, el gobierno británico respondió a la propuesta 
argentina de la Navidad pasada el 9 de marzo de 1988 con su cuarto
non-paper. En este expresaba su satisfacción por el interés 
argentino en lograr un entendimiento para la conservación de los 
stocks de las pesquerías y para evitar incidentes en el Atlántico 
Sur. Los británicos reiteraron una vez más su posición: dejar de 
lado el tema que más dividía a las partes (soberanía) y continuar 
con la búsqueda de pasos prácticos para reconstruir la confianza y 
restablecer las relaciones. También dejaron en claro que, con el 
objeto de evitar una repetición del fracaso de Berna de 1984, se 
debía asegurar previamente la existencia de bases para alcanzar un 
acuerdo exitoso. Mientras tanto, para facilitar los avances, el 
documento británico propuso un intercambio directo de información 
técnica sobre pesca. Por último, para evitar confusiones, el 
documento tenía adjuntado el texto en español de la fórmula del 
"paraguas":
(1) Nada en el desarrollo o contenido de la presente 
reunión puede ser interpretado como:
A) Un cambio en la posición de la República Argentina 
acerca de la soberanía o jurisdicción territorial y marítima 
sobre las islas Malvinas y los espacios marítimos 
circundantes.
B) Un cambio en la posición del Reino Unido acerca de la 
soberanía...
C) Un reconocimiento o apoyo de la posición de la 
República Argentina o del Reino Unido acerca de la soberanía 
o la jurisdicción territorial y circundantes.
(2) Ningún acto o actividad que se lleve a cabo como 
consecuencia y en ejecución de lo convenido en estas 
reuniones puede constituir fundamento para afirmar, apoyar o 
denegar la posición de la República Argentina o del Reino 
Unido acerca de la soberanía o jurisdicción territorial y 
marítima sobre las islas Malvinas [Falklands en el texto en 
inglés] y los espacios marítimos circundantes.
A mediados de abril, el día 13, el representante argentino ante 
las Naciones Unidas se entrevistó con el Secretario General del 
organismo, Javier Pérez de Cuellar. En esa ocasión, éste entregó al 
representante argentino un documento oficioso que le había entregado 
el representante británico ante la ONU, Crispin Tickell. El 
documento informaba al Secretario General acerca de la marcha de las 
negociaciones con la Argentina. En la parte más importante del 
documento (punto 7) decía:
Estos intercambios serían complementarios al trabajo de 
la FAO sobre las pesquerías del Atlántico sudoccidental...El 
Reino Unido continuará dando a toda su cooperación en la 
actualización de su trabajo.
La entrega del documento a través de este canal sorprendió a la 
diplomacia argentina y se lo hizo saber a los representantes 
norteamericanos. A pesar de esta acción británica, los argentinos y 
los norteamericanos acordaron continuar con el ejercicio de los 
intercambios (Washington D.C., 22 de abril).
    Una nueva respuesta argentina fue entregada el 10 de mayo 
durante una reunión en Washington entre el canciller Caputo y el 
secretario Gelbard. En ella los argentinos entregaron su respuesta 
al último non-paper británico y al documento recibido a 
través de Pérez de Cuellar. Caputo declaró que percibían que en el 
Reino Unido no había una decisión política de llevar adelante las 
conversaciones. Afirmó que hasta ahora "la Argentina ha sido 
flexible" y agregó que, en un intento dilatorio, Gran Bretaña 
propuso el intercambio previo de información a nivel técnico. 
Además, como nueva complicación, proponía volver a la FAO. Esto lo 
hacia Gran Bretaña a pesar de tener bien claro que la Argentina 
rechazaba la multilateralización del problema.
    Para la diplomacia argentina, el nuevo non-paper 
británico contenía una trampa: "pretende el reconocimiento de la 
situación existente actualmente". Más aún,
si nos sentáramos a conversar así, estaríamos 
reconociendo la zona de conservación como zona británica y 
esto quedaría por el paraguas. Aceptaríamos, pues, que el 
Reino Unido es un estado ribereño del Atlántico Sur. 
Aceptando su soberanía sobre las aguas, aceptaríamos 
automáticamente su soberanía sobre las tierras, de la que 
aquella necesariamente deriva (9).
El Canciller también comunicó que su gobierno tenía información 
"segura y fehaciente" de que los británicos estaban considerando la 
ampliación de la zona de administración y conservación de 150 millas 
a 200 millas. Si ello ocurría, amenazó, "vamos a patrullar, porque 
no tenemos espacio político para aceptar esa extensión". Y ello, 
según afirmó, produciría una situación explosiva. En lo que pareció 
un intento por volver a la realidad al Canciller, el subsecretario 
Gelbard preguntó cómo iba la Argentina a impedir que el Reino Unido 
ampliara la Zona. La respuesta de Caputo sólo se limitó a que "en la 
hipótesis de una ampliación...no podremos evitar el patrullaje y no 
podemos predecir a dónde nos conducirá eso" (10).
    El cuarto non-paper argentino decía en su párrafo más 
importante que,
El "non-paper" británico del 9 de marzo de 1988, contiene 
nuevos elementos que nos alejan del objetivo [entablar un 
diálogo en busca de entendimiento].
a) la inserción de la FAO, que multilateraliza el 
tratamiento del tema.
b) la pretensión de intercambios previos a nivel técnico 
y
c) la reiteración del punto 4.d. del documento británico 
de agosto de 1987, que busca el reconocimiento de la 
existencia de dos jurisdicciones separadas. 
Reiteró, además, la fórmula del "paraguas" contenida en el 
documento argentino del 22 de diciembre de 1987. 
    Poco más tarde y con motivo del anuncio de la visita a 
Argentina del Secretario de Estado Shultz, el canciller Caputo le 
propuso al gobierno norteamericano que, previa consulta con Londres, 
se aprovechara la ocasión para anunciar las conversaciones 
argentino-británicas bajo el paraguas de soberanía con agenda 
abierta. Este non-paper, fechado el 12 de julio, muestra un 
retroceso en la posición argentina, que volvía a pedir la agenda 
abierta para discutir "el conjunto de la relación." 
    El día 25, la embajada británica en Washington entregó el 5°
non-paper precedido por una carta personal del Foreign 
Secretary, Howe al Secretario de Estado Shultz. El paper 
informaba que el Gobierno británico estaba preparado para entablar 
conversaciones directas en base a la fórmula del "paraguas" acordada 
entre las dos partes y enmendada por el non-paper argentino 
del 10 de mayo. Pero el documento reiteraba la posición de que se 
"entablará las negociaciones sobre la base de su Declaración del 29 
de octubre de 1986". Es decir, sobre la Zona de Conservación y 
Administración. El documento finalizaba con la propuesta de un 
programa de trabajo para tratar los temas de conservación de 
recursos y prevención de incidentes.
    La entrega del documento británico acompañada de una carta 
personal de Howe a Shultz produjo un cambio en la dinámica de las 
conversaciones. A partir de ese momento, la diplomacia 
norteamericana, que hasta el momento había mediado y facilitado los 
intercambios entre los dos países amigos, reorientó sus acciones 
tratando directamente de convencer a la Argentina de las bondades de 
la propuesta británica y a aceptarla. Los encuentros que siguieron 
muestran este cambio de dirección de la diplomacia norteamericana.
    Una semana más tarde del último non-paper británico, 
el 2 de agosto, el secretario de estado adjunto Robert Gelbard, 
acompañado por el embajador Gildred y el Señor Felder se reunieron 
con el Embajador García del Solar y con Alconada Sempé. Gelbard 
expuso la evaluación que ellos hacían del documento británico y lo 
encontraron "muy positivo". Por otra parte, informó que habían 
considerado exhaustivamente, junto con Elliot Abrams, la propuesta 
argentina del 12 de julio. Su conclusión fue que la propuesta era un 
"non-starter" y que no era momento para una propuesta como la 
de los argentinos. Más aún sostuvieron que, según sus expertos, las 
propuestas británicas para avanzar con las conversaciones deberían 
haber sido aceptables para los argentinos. A continuación, Gelbard 
enfatizó que "insistimos en que la propuesta parece más positiva que 
las anteriores." Lo importante era reconstruir el diálogo y comenzar 
con las "medidas de construcción de confianza." Los norteamericanos 
también comunicaron la condición pedida por Howe para sentarse con 
los argentinos a conversar directamente:
Que el Presidente [Alfonsín], verbalmente asegure que:
1. Que la Argentina no utilizará las conversaciones para 
introducir el tema de la soberanía en las Islas 
2. Que el gobierno argentino acepte, a los efectos de 
dichas conversaciones, que existe "como una realidad de los 
hechos" (as a fact of life) la zona de conservación 
británica de 150 millas.
Por último, transmitieron que los británicos, especialmente la 
Señora Thatcher, no aceptaban la intervención del Secretario General 
de las Naciones Unidas tal como lo había solicitado la Argentina. 
Estas apreciaciones de los funcionarios norteamericanos coinciden 
con otro documento norteamericano en posesión de la diplomacia 
argentina donde se hacían observaciones sobre el documento británico 
del 25 de julio. El mismo decía que 
en su último non-paper...el Reino Unido ha 
producido lo que consideramos es una respuesta altamente 
positiva a las prevenciones más serias de la 
Argentina...Esta respuesta es un gesto positivo muy fuerte y 
debería ser suficiente para dar inicio a las 
conversaciones...Por lo tanto, los Estados Unidos 
enfáticamente urge a la Argentina a aceptar la respuesta del 
Reino Unido, de modo tal que las conversaciones progresen.
La diplomacia norteamericana también recalcó que el Reino Unido 
ahora solicitaba al Gobierno Argentino sólo garantías verbales. A 
diferencia de antes que solicitaba garantías por escrito. Por 
último, el documento norteamericano expresaba que los Estados Unidos 
habían aclarado al Reino Unido que apreciaban las propuestas 
argentinas y que les parecían creativas y útiles.
    Para reforzar su pedido, el 3 de agosto, el Secretario de 
Estado Shultz envió una carta al presidente Alfonsín. En ella 
reiteraba la solicitud que el presidente le asegurara que el tema de 
la soberanía no se discutiría durante las conversaciones y que la 
zona de conservación de 150 millas establecida por los británicos no 
sería traspasada por los argentinos.
    La discusión se profundizó durante una reunión realizada en 
Nueva York, el 19 de septiembre, entre el Canciller Caputo y el 
Secretario de Estado Adjunto Robert Gelbard. En esa ocasión, Gelbard 
aclaró a los argentinos que los británicos no precisaban una 
respuesta literal, les bastaba que los norteamericanos les 
transmitieran su impresión de que Alfonsín respondería 
favorablemente a los puntos expresados en la carta del Secretario 
Shultz. Caputo reiteró el compromiso expresado por el Presidente 
Alfonsín a Shultz: "no vamos a sorprender". Pero, aclaró que la 
aceptación de los puntos por parte de la Argentina era un 
"ejercicio" muy difícil. A pesar de ello, no iba a exigir que se 
incluyera el tema de la soberanía aunque no se proponía dejarlo de 
lado.
    Gelbard reconoció que comprendía cuan difícil era para el 
gobierno argentino aceptar el punto relacionado con la zona de 
conservación, pero replicó señalando lo que sucedía en esos 
momentos, que los argentinos no entraban en la zona y hacían lo 
posible para evitar incidentes, constituía "una especie de 
aceptación de facto y no de jure de la situación". En 
su opinión tanto los buques de guerra y los pesqueros se atenían a 
las reglas de juego. A ello, Caputo respondió:
Nosotros aceptamos la realidad, pero no podemos 
declararlo. Rechazamos toda mención al tema de las FICZ y 
zona de exclusión: no podemos crear antecedentes.
Al mismo tiempo que el Canciller entregó la copia de un nuevo 
non-paper, y aclaró que el presidente Alfonsín no podía ir más 
allá de lo expresado sobre el tema el 2 de agosto de 1988. A 
continuación leyó un texto que se abstuvo de entregar donde afirmaba 
que el gobierno argentino no recurriría a la violencia y que no 
sorprenderían a sus interlocutores.
    El non-paper entregado por Caputo comunicaba que el 
gobierno argentino aceptaba iniciar un diálogo directo entre las dos 
partes. El documento muestra un cambio, esta vez en la actitud 
argentina. Ya no se solicitaba la eliminación de la Zona de 
protección, sino que declaraba la existencia de una superposición de 
jurisdicciones, a pesar de lo cual aceptaba dialogar bajo los 
términos del "paraguas". En el punto 2 del documento es 
particularmente importante porque acepta sentarse a dialogar según 
los términos solicitados por los británicos bajo la fórmula del 
paraguas:
2. En el marco de dicha fórmula [del paraguas], mientras 
[que] el gobierno británico expresa que abordará el diálogo 
sobre la base de su declaración del 29 de octubre de 1986, 
el Gobierno argentino, que manifestó claramente en la misma 
fecha su posición frente a la Declaración británica, 
abordará el diálogo sobre la base de la jurisdicción 
argentina reafirmada desde 1966 con Ley 17.094. El Gobierno 
argentino considera que los problemas a encarar en ese 
diálogo son consecuencia de la total superposición que 
existe entre la citada declaración británica sobre las aguas 
de Malvinas y la jurisdicción argentina sobre las mismas 
aguas. 
En el siguiente punto, a pesar de afirmar que "sin que esto 
implique la coordinación o la mutua aceptación de jurisdicciones" 
explicaba que se procedería con el diálogo bajo la fórmula del 
paraguas. Respecto de la agenda propuesta para el diálogo, el punto 
4 del texto argentino declaraba que los temas a ser discutidos 
"deben ser acordados por las respectivas delegaciones, luego de 
escuchar las exposiciones iniciales y realizar un intercambio 
general de opiniones". Este último punto despertó, como se verá, las 
sospechas de los británicos quienes temían que los argentinos 
aprovecharían esa ocasión para introducir el tema de la soberanía.
    Una semana más tarde, el 26, el Secretario Shultz informó en 
Nueva York al Canciller Caputo que había transmitido al Secretario 
Howe el último non-paper argentino junto con una 
recomendación para una respuesta favorable. 
    A principios de octubre, se llevó a cabo una nueva reunión 
entre Shultz y Caputo (el 5, en Nueva York). En esa ocasión, el 
canciller expresó su urgencia por avanzar con el tema de las 
conversaciones por las Malvinas, dado que existía la posibilidad de 
que en las elecciones presidenciales del año siguiente ganara la 
oposición,
Deseamos limitar la posibilidad de que la oposición, si 
toma el gobierno, cometa errores. Si empezamos el diálogo, 
podremos dejar establecidos los límites dentro de los cuales 
el próximo gobierno argentino deba moverse.
En vista de ello, Caputo agregó que estaba "preparado para 
iniciar cualquier contacto con los británicos, con o sin testigos, 
con el nivel y reserva que se desee" y urgió "estoy listo para 
empezar a conversar." El secretario norteamericano respondió que 
transmitiría en un telegrama personal al Secretario Howe, la 
predisposición y flexibilidad que existía por parte de los 
argentinos. 
    El mes siguiente, 19 de noviembre, se realizó la residencia 
del Canciller Caputo en Buenos Aires, un nuevo encuentro entre 
argentinos y los norteamericanos, el embajador Gildred y el Sr. 
Felder. Caputo les informó que luego de muchas deliberaciones entre 
el presidente, los distintos sectores del gobierno y los Jefes 
militares se obtuvo el respaldo de los mismos para llevar a delante 
diálogo con Gran Bretaña. A continuación se debía "poner en marcha 
un procedimiento viable ante la opinión pública". En este sentido, 
una declaración unilateral por parte de la Argentina del cese de 
hostilidades no lo era. A cambio, los argentinos propusieron que la 
declaración del cese de hostilidades se hiciera como respuesta a un 
pedido del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de la OEA. 
Los norteamericanos respondieron algo sorprendidos que este esquema 
era muy distinto al original y si bien no veían inconvenientes en el 
esquema, lo calificaron como "duro" y pronosticaron que cuanto más 
duro fuera más difícil sería de acordar.
    A mediados de diciembre se produjo una reunión importante en 
Ginebra, entre el Canciller Caputo y el representante británico ante 
las Naciones Unidas, Crispin Tickell. El primero, luego de aclarar 
que el encuentro no se trataba de una negociación, urgió a entablar 
conversaciones bajo el paraguas y agenda abierta. Por su parte, 
Tickell insistió en limitarlas sólo a la prevención de incidentes y 
pesca. Durante la reunión, las partes acordaron la información que 
se daría a la prensa y los británicos también acordaron con los 
argentinos omitir toda referencia al tema del intercambio de 
comunicaciones sobre pesca llevado a cabo por medio de los Estados 
Unidos.
    El representante británico transmitió la preocupación de su 
gobierno sobre el punto 4 del non-paper entregado por los 
argentinos el último 19 de septiembre. El hecho que una eventual 
reunión comenzara por "un intercambio general de opiniones" les 
sonaba a los británico como una pantalla par introducir el tema de 
soberanía. Además, sería bueno si se acordara la agenda de la 
reunión con anterioridad a la misma. Y agregó que también creían que 
las conversaciones sobre pesca constituirían un primer paso:
Una vez logrados acuerdos sobre pesca, a través de los 
Estados Unidos, podrían llevarse a cabo conversaciones sobre 
otros asuntos (issues). Yo transmitiré su propuesta, pero 
antes encaremos lo de la pesca.
Sobre el punto 4, García del Solar contestó que "era superflua y 
descartable si incomodaba a los británicos". Pues, no había 
intención de introducir el tema de la soberanía por esa vía, "existe 
el paraguas". 
    Respecto de la idea de expresada por los británicos en su 
non-paper, que propuso que la Argentina aceptaría la zona de 
conservación como una circunstancia de la vida (fact of life), hubo 
intercambios. Aunque los argentinos declararon que rechazaban la 
zona, entendían que había "de hecho" un situación por la que los 
argentinos no entraban en la zona. A lo que Tickell aclaró que lo 
que los británicos pretendían era el reconocimiento de el Reino 
Unido "está allí" no significaba que la Argentina "apruebe" 
tal presencia (11) . En este caso, el reconocimiento apuntaba a que 
los argentinos no entraran al área.
    Dadas las garantía del Presidente Alfonsín hechas al 
Secretario Shultz (que Argentina no introduciría sorpresas y que 
actuaba de buena fe) y lo por expresado durante la reunión por el 
Canciller a los británicos, bastaría para satisfacer las seguridades 
orales requeridas. Tickell respondió que le parecían suficientes, 
pero que tendrían que transmitirlas a través de los Estados Unidos. 
Finalmente las partes acordaron que la primera reunión se dedicaría 
a acordar la agenda de temas.
    Una semana más tarde, el 21 de diciembre, el Canciller Caputo 
y el Secretario de Estado Shultz se reunieron nuevamente en 
Washington. En esa oportunidad, los argentinos informaron a Shultz 
lo tratado y acordado durante la reunión de Ginebra. Por su parte, 
el Secretario Shultz respondió que transmitiría todas las propuestas 
al Secretario de Asuntos Extranjeros británico, Geoffrey Howe.
    Para abril de 1989 aún no se conocía una respuesta por parte 
del Reino Unido al non-paper argentino del 19 de septiembre 
de 1988, ni a las propuestas transmitidas a ese gobierno a través 
del Secretario Shultz y del embajador Tickel en octubre y diciembre 
de ese año. El 28 de ese mes, se reunieron en la Cancillería 
argentina el embajador García del Solar con el embajador Gildred y 
el Señor Felder. El embajador norteamericano reiteró lo que ya le 
había informado hacía un mes y medio al Canciller Caputo, "los 
británicos querían esperar hasta después de las elecciones del 4 de 
mayo y esa es la respuesta que nos habían dado". Y aclaró que los 
éstos eran de la opinión de esperar hasta después de las elecciones, 
"pero que eso no significaba cerrar las puertas." El canciller 
argentino expresó su disgusto por la falta de respuesta británica 
que ahora se justificaba por la proximidad de las elecciones. 
    Ese fue el último intercambio diplomático entre el gobierno 
del presidente Alfonsín y los británicos, para julio de 1989, había 
un nuevo gobierno en la Argentina. 
- 
Esta resolución aprobada el 27 de 
noviembre de 1985, solicitaba a la Argentina y a Gran Bretaña 
que iniciaran negociaciones "con vistas a encontrar los medios 
para resolver de un modo pacífico y definitivamente los 
problemas pendientes entre ambos países, incluyendo todos los 
aspectos sobre el futuro de las Islas Malvinas, de acuerdo con 
la Carta de las Naciones Unidas. 
 
- 
Carta del 
Secretario de Estado de Asuntos Extranjero Geoffrey Howe a Cyril 
Towsend, 19-12-86.
 
- 
Willetts (1989), 
114.
 
- 
Los gobiernos de 
la Argentina y de Gran Bretaña, expresaron un claro deseo por 
evitar cualquier tipo de incidentes relacionados con buques 
pesqueros o patrulleros. Posteriormente los intercambios 
incluyeron las cuestiones de conservación y administración. (Willetts, 
1989, 114-15)
 
- 
La delegación 
argentina estuvo compuesta por los embajadores García del Solar, 
Candioti, y Ferrari Etcheverry, los ministros Ruiz Cerruti, 
Grandi y el consejero Otegui. La delegación norteamericana 
estuvo encabezada por el Asisstant Secretary of State for Oceans 
and International Environmental and Scientifica Affairs, John 
Negroponte. Otros miembros de la delegación fueron Robert 
Gelbart (deputy assisstante Secretary of State for South America 
y 5 funcionarios más.
 
- 
Según palabras 
de Gelbard.
 
- 
Enfasis 
agregado.
 
- 
Se refería a la 
designación de Carlucci en lugar de Caspar Weinberger.
 
- 
Esta percepción 
del canciller argentino parece errada si se observa 
cuidadosamente el texto del "paraguas".
 
- 
También es posible 
especular que la advertencia del Canciller no era tan irreal y 
que tenía como fundamento la capacidad de disuasión que 
adquirían los argentinos cuando el el misil Cóndor II estuviera 
concluido. Este misil era un cohete propulsado por combustible 
sólido de alcance medio con capacidad para transportar una carga 
nuclear o bioquímica. El desarrollo de esta arma de destrucción 
masiva fue discontinuado durante la presidencia de Carlos Menem. 
Al respecto ver Acuña y Smith (1994) pp.356. 
 
- 
Enfasis original.
 
Esta información procede de
"Historia General de las Relaciones Exteriores de la Argentina" se 
han vinculado solo los temas relacionados con Malvinas. Esta obra esta compuesta 
de 14 tomos publicada por Iberoamérica y los Directores son Andrés Cisneros y 
Carlos Escudé.
El presente material podrá ser utilizado con fines estrictamente académicos 
citando en forma explícita la obra y sus autores. Cualquier otro uso deberá 
contar con la autorización por escrito de los autores.