Malvinas / Historia
Las relaciones anglo-argentinas después del conflicto de Malvinas. Julio de 1982 a julio de 1989.
La relación entre la Argentina y Gran Bretaña sobre las Malvinas ha sido
descripta como "una larga marcha en un camino estrecho y rocoso" (1).
El proceso puede resumirse del siguiente modo. A mediados de
1960, se vislumbraba que el siguiente paso lógico de Gran Bretaña en su política
de desmantelamiento del imperio era negociar un acuerdo con la Argentina para la
transferencia de las islas. En esos momentos, las Malvinas contaban con una
economía frágil, no estaba en condiciones de sostenerse como nación
independiente y se hallaban geográficamente aislados. En 1968 la elaboración del
Memorándum de entendimiento la transferencia parecía estar a la vuelta de la
esquina. Sin embargo, el Falklands Lobby logró contrapesar la presión Argentina
sobre el gobierno británico para que ésta desconociera los deseos de los isleños
sobre la soberanía. No obstante, su influencia se circunscribió a este tema.
Ya en la década de los 70 el lobby fracasó en su intento por
obtener apoyo para llevar adelante las transformaciones propuestas por el
Informe Shackleton de 1976 y así salvar a la economía de la colonia. Hasta 1982,
el futuro de las islas pareció balancearse sobre un equilibrio precario. Al
mismo tiempo que Londres se mostraba reacio a cumplir con el deseo de los
argentinos de transferir la soberanía de las islas, la Argentina consiguió
algunos progresos en el área de comunicaciones y prospección petrolera y se
convirtió en un elemento primordial para romper el aislamiento de la población
isleña. Sin embargo, decisión argentina de invadir las islas en 1982, transformó
la disputa y dio impulso a las ideas del Lobby y a la revitalización de las
islas (2). Además, la acción de la Argentina tuvo como resultado la pérdida de
años de paciente cortejo económico y social a los isleños (3). Una de las
ironías del conflicto por las Malvinas fue que los isleños recuperaron la
ciudadanía británica plena (4). Al gobierno de la naciente democracia en la
Argentina le correspondió la tarea de revertir la situación que había creado el
régimen militar.
Después de casi seis años de gobierno, parece interesante la
evaluación que el ex-diplomático de carrera y académico británico, David Thomas,
hizo sobre el tema la gestión del presidente Alfonsín. Según aquel, la
persistencia del presidente en sus esfuerzos para que los británicos acepten
encarar en la mesa de negociaciones el tema de la soberanía como condición para
mejorar las relaciones bilaterales le permitió algunas victorias fáciles en las
Naciones Unidas. Esto produjo cierto embarazo a los británicos, pero en realidad
dañó más a los intereses más generales de la Argentina. Por ejemplo, complicó la
relación con la Comunidad Europea y dificultó el encontrar soluciones para la
conservación de los recursos ictícolas en el Atlántico Sur (5). Aunque también
la intransigente actitud de Gran Bretaña alarmó, por ejemplo, a los Estados
Unidos, Europa, a Brasil y al Uruguay (6).
Otro factor que finalmente imposibilitó los acuerdos entre
ambos gobiernos fueron los problemas internos de la Argentina. En este sentido,
problemas como inestabilidad económica, turbulencia militar y la proximidad de
las elecciones presidenciales hizo poco aconsejable para el gobierno del Reino
Unido aceptar cualquier acuerdo, en tanto no se instalara un nuevo gobierno
Argentina (7).
Por último, el restablecimiento de las relaciones
diplomáticas entre la Argentina y el Reino Unido bajo la fórmula del paraguas
durante el gobierno de Menem puede atribuirse en cierta medida a una mayor
familiaridad política entre las partes luego de años de negociaciones (8).
Asimismo, los observadores coinciden en que fue necesaria la presencia del
factor "tiempo" para producir algún cambio de actitud en los isleños, los
argentinos y los británicos. Pero las actitudes cambian lentamente,
especialmente a nivel gubernamental, y le llevó casi seis años al gobierno
radical comprender las limitaciones de los foros internacionales y finalmente
aceptar las condiciones ofrecidas por Gran Bretaña desde 1984. Para ello
recurrió a negociaciones bilaterales impulsadas por los Estados Unidos (9). El
gobierno del presidente Menem, consciente de ésta experiencia, adoptó desde el
inicio un enfoque más pragmático y restableció relaciones diplomáticas totales
con Gran Bretaña bajo la fórmula del paraguas cuya formulación se había acordado
bajo el gobierno radical.
Mirando al futuro puede decirse que no faltan soluciones
creativa para resolver la disputa (10). Pero es necesario que las distintas
partes involucradas, Gran Bretaña, la Argentina, y los isleños cambien
fundamentalmente de actitud y moderen sus propuestas con el fin de alcanzar
algún entendimiento.
-
Floria (1991), 100.
-
Ellerby (1992), 104-5.
-
Kinney (1989), 264.
-
Kinney (1989), 272.
-
Thomas (1991), 41.
-
Floria (1991), 101.
-
Makin (1992), 234.
-
Makin (1992), 233.
-
Beck (1988), 189; Olivieri
López (1992) 145-147; Floria (1991), 100.
- Al respecto ver Olivieri López (1992), 189-197; Gustafson
(1988), 184-189, Beck (1988) cap. 6; Herter y Smith (1991); George y Little
(1985); Bulllock y Mitchell (1987); Dent (1989), y Kinney (1989), 275-290.
Esta información procede de
"Historia General de las Relaciones Exteriores de la Argentina" se
han vinculado solo los temas relacionados con Malvinas. Esta obra esta compuesta
de 14 tomos publicada por Iberoamérica y los Directores son Andrés Cisneros y
Carlos Escudé.
El presente material podrá ser utilizado con fines estrictamente académicos
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Historia de las Islas Malvinas
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