Las relaciones anglo-argentinas después del conflicto de Malvinas. Julio de 1982 a julio de 1989.
- Junio 1982-diciembre 1983
Durante los últimos meses de 1982 y principios de 1983 hubo poca
actividad diplomática entre ambos países debido a que en Gran
Bretaña la dirigencia política estaba más ocupada en las elecciones
generales programadas para junio de 1983. Al mismo tiempo, en la
Argentina se esperaba el cambio de gobierno por uno democráticamente
electo y se especulaba acerca de su posterior consolidación (1). De
todos modos, durante el tiempo que le restó al gobierno militar en
el poder se produjeron los hechos que se mencionan a continuación.
El 22 de junio de 1982, la Comunidad Económica Europea (CEE)
levantó la prohibición a las importaciones argentinas (2). Dos meses
más tarde, en agosto, el Foreign and Colonial Office (FCO), creó un
departamento separado llamado el Falkland Island Department, con la
misión de ocuparse de las cuestiones de las islas y la Argentina
(3).
Los días 14 y 15 de septiembre, la Argentina y Gran Bretaña
levantaron por mutuo acuerdo las sanciones financieras implantadas
durante el conflicto bélico (4).
El año finalizó con novedades en el ámbito de las Naciones
Unidas. En noviembre 1982 la Asamblea General aprobó una resolución
urgiendo a las partes a reanudar las conversaciones para resolver la
disputa (5). El texto de la resolución 37/9 del 4 de noviembre
expresó que ese cuerpo:
1. Solicita a los gobiernos de Argentina y del Reino
Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte que reanuden las
negociaciones con el fin de encontrar lo más pronto posible
una resolución pacífica para la disputa de la soberanía
relacionada con la cuestión de las Islas Falkland
(Malvinas).
2. Solicita al Secretario General, sobre la base de la
actual resolución, que emprenda una nueva misión de buenos
oficios con el objeto de ayudar a las partes en el
cumplimiento del requerimiento hecho en el párrafo 1
anterior, y para adoptar las medidas necesarias para tal fin
(6).
Los Estados Unidos decidieron apoyar esta resolución de las
Naciones Unidas, al igual que la siguiente de noviembre de 1983. De
este modo, el gobierno norteamericano buscó reparar el daño hecho a
sus relaciones con Latinoamérica (7). Esto produjo descontento en el
gobierno británico (8). Al respecto, el embajador británico ante las
Naciones Unidas, John Thompson, sostuvo que que el apoyo de los
Estados Unidos a las resoluciones alentaría a los argentinos a
reanudar la presión sobre el tema de las islas. También agregó que
"los argentinos continúan aclarando que esperan tener lo que llaman
un segundo round y se estan preparando para ello" (9). Sin embargo,
a pesar de las resoluciones y de la votación de los Estados Unidos,
Gran Bretaña no cambió su postura. Al referirse al tema, Margareth
Thatcher declaró: "no negociaré con la Argentina. Estamos seguros de
nuestros títulos de soberanía".
En cuanto a la posibilidad de un segundo round por parte de
la Argentina, existían motivos para que los británicos expresaran su
preocupación. Sus temores se fundamentaban en el proceso de rearme
iniciado por los argentinos inmediatamente después del conflicto. El
mismo fue descripto no sólo como un proceso de reemplazo del equipo
perdido sino también como su mejora e incremento (upgrade and
buildup) (10).
A pesar de su debilidad económica, la Argentina había
proyectado un incremento en el gasto militar para 1983-84 del 16,5%
del presupuesto nacional. Este porcentaje debe compararse con el
9,5% de los años 1982-83. Según fuentes oficiales argentinas,
citadas por el analista norteamericano Kinney, el gasto militar del
país alcanzaría alrededor de los U$ 2.500 millones para el año 1983
(11). A pesar de que estas cifras eran conocidas, resulta extraño
que en febrero 1983, Gran Bretaña haya permitido la importación de
turbinas Rolls Royce para las fragatas argentinas ordenadas en 1978
y que en ese momento se estaban construyendo en la República Federal
Alemana (12).
En mayo de 1983 el gobierno británico tomó la iniciativa y
propuso a la Argentina restablecer el acuerdo bilateral de servicios
aéreos que regulaba las vuelos comerciales entre los dos países que
había dejado de aplicarse en junio de 1982. Otros ofrecimientos
británicos incluyeron la autorización de las tumbas de los soldados
caídos por los parientes cercanos o el traslado de los restos al
continente. En todo momento, el gobierno argentino se negó a aceptar
cualquier ofrecimiento. Ello se explica por la posición argentina
según la cual todos los aspectos de la disputa deberían discutirse
simultáneamente, inclusive el de la soberanía (13). Esta posición se
reiteró durante las conversaciones de Berna en julio de 1984.
El 10 de diciembre de 1983, se produjo un cambio
significativo en los actores y por consiguiente se esparaba lo mismo
para las futuras negociaciones. Un gobierno demócratico se instaló
nuevamente en la Argentina. Algunos supusieron que este cambio
ayudaría a mejorar las relaciones bilaterales. Raúl Alfonsín,
perteneciente a la Unión Cívica Radical sería el presidente en los
próximos seis años. En su discurso inaugural al Congreso, el
flamante presidente declaró:
En el caso de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y
Sandwich del Sur, nuestro objeto indeclinable es y será
siempre su recuperación y la definitiva afirmación del
derecho de nuestra nación a su integridad territorial
soberana. En este punto somos inflexibles y la soberanía
es un dato previo a la negociación. Impulsaremos la
recuperación de esos territorios insulares y su integración
definitiva a la soberanía de la Nación reclamando con
energía y decisión el cumplimiento de las resoluciones
vigentes de la Asamblea General de las Naciones Unidas que
exortan a la negociación directa de todos los aspectos.
Mientras tanto denunciamos una vez más, como una grave
amenaza a la seguridad de la República Argentina y de toda
la región, la instalación de la fortaleza militar y nuclear
establecida por el Reino Unido en las islas Malvinas, así
como la zona de exclusión declarado por ese país (14).
Los períodicos de esa fecha reprodujeron también el mensaje que
la Señora Thatcher le envió al presidente Alfonsín con motivo de
asumir el cargo:
En ocasión del inicio de su gobierno quiero hacerle saber
que, a pesar de que tenemos muchas diferencias, todos
podemos congratularnos por la restauración de la democracia
en la Argentina, en la creencia de que traerá libertad y
justicia a todo su pueblo. Ese día da esperanzas para su
país
En una ronda de prensa, el vocero presidencial dió a conocer la
respuesta del mandatario:
Agradezco sus expresiones referentes al establecimiento
de las instituciones democráticas en la Argentina. Coincido
con su apreciación sobre la existencia de diferencias entre
la Argentina y el Reino Unido. A este respecto sería útil
recordar un viejo proverbio inglés: "cuando hay voluntad hay
solución".
Un periódico de Buenos Aires reprodujo también fragmentos de una
entrevista al nuevo presidente concedida a un medio británico.
Alfonsín afirmó que una reducción de la zona de exclusión en torno
de las Malvinas y la suspensión de las obras de construcción del
nuevo aeropuerto en Puerto Argentino por parte de los británicos,
probablemente podrían ser seguidos por una inmediata decisión
argentina de suspender el estado de hostilidad. También agregó que
en negociaciones sucesivas "las islas podrían ser cedidas
inmediatamente en leasing a Gran Bretaña por un período a
establecer". (15)
Sin embargo, el gobierno del presidente Raúl Alfonsín se negó
sistemáticamente a declarar el cese de las hostilidades. Pero, a
diferencia del anterior régimen militar, el nuevo presidente afirmó
que su gobierno no ampliaría la situación de beligerancia. A pesar
de este cambio, los británicos no tenían aún suficiente confianza
sobre la supervivencia de un gobierno democrático en el país
sudamericano. Se ha dicho que en ese entonces, los británicos
elaboraron planes de contingencia para responder a posibles
escenarios tales como un nuevo golpe y su reemplazo por un gobierno
menos moderado o, la posibilidad de una acción no autorizada llevada
a cabo por elementos de la línea dura de las Fuerzas Armadas contra
las Islas Malvinas. Estas prevenciones sirvieron para justificar la
permanencia de una importante fuerza militar británica en las islas
(16).
La estrategia negociadora que adoptó el gobierno radical fue
la de "llevar al Reino Unido a la mesa de negociaciones mediante la
denuncia pública de la situación en diversos foros internacionales"
(17). Esto se llevaría a cabo principalmente en la Asamblea General
de las Naciones Unidas. También se recurriría a la Organización de
Estados Américanos y al Movimiento de los No alineados. Como parte
de la estrategia argentina, Alfonsín afirmó que también tenían
planeado intentar trabajar con la oposición en el Parlamento
británico (18). Los motivos detrás de esta estrategía fueron
expuestos por quien fuera el canciller argentino durante casi todo
el período del gobiero radical, Dante Caputo:
Había que lograr una permanente tensión exterior sobre el
tema Malvinas. Para nosotros el único método (por cierto de
largo plazo) para lograr este objetivo era permanentemente
mantener presentes los costos internacionales para el Reino
Unido de la ocupación. Si esos costos disminuían, si esos
costos se hacían nulos, casi nulos, la intervención o la
presencia de la ocupación británica se mantendría
permanentemente (19).
Mientras este curso de acción era desplegado por la Argentina, el
gobierno del Reino Unido tomaba sus recaudos en la región disputada.
A tal efecto y como respuesta a la invasión argentina, el Parlamento
británico aprobó finalmente un programa de ayuda para el desarrollo
de las islas por un monto de £31 millones durante un período de seis
años (1983-1988) (20).
Hacia fines de 1983, las posiciones de ambos gobiernos se
hallaban todavía bien distanciadas. En una entrevista, Margareth
Thatcher expresó que estaba deseosa de entrar en conversaciones y
que quería buenas relaciones diplomáticas y comerciales. Es decir,
su gobierno quería "relaciones normales." Pero, al mismo tiempo,
aseguró que no participaría en conversaciones acerca de la
soberanía. En el otro extremo, el futuro canciller argentino, Caputo,
declaraba que la soberanía sobre las islas no era negociable y que
ese era el punto inicial de cualquier negociación (21). El experto
británico Walter Little resumió así la situación:
[Entonces] los británicos estaban dispuestos a discutir todo
excepto la única cosa que la Argentina quería. Por su parte, la
Argentina estaba principalmente interesada en discutir el único
tema que los británicos habían declarado no estar dispuestos a
tratar (22).
-
Makin 1992,
226.
-
Thomas y Hayson
(1989), 173.
-
Beck (1988), 169.
-
Thomas y Hayson
(1989), 167; Gustafson (1988), 188.
-
Freedman (1988),
67.
-
El párrafo 1 se
repitió en las posteriores resoluciones de la Asamblea General:
38/12 de 1983, 39/6 de 1984, 40/21 de 1985, 41/40 de 1986, 42/19
de 1987 y 43/25 de 1988 (Texto completo de las resoluciones en
Dolzer, 331-339).
-
Freedman (1988), 67.
-
El Ministro de Relaciones Exteriores
británico, Francis Pym, citó al embajador de los Estados Unidos
ante Gran Bretaña y le transmitió el "disgusto" de su gobierno.
Por último, Margareth Thatcher sostuvo que el voto de los
Estados Unidos era "increible" y que le había causado una "gran
decepción". A su vez, el embajador británico ante las Naciones
Unidas, Sir John Thomson, calificó a la resolución de
"inoportuna y desconsiderada" (ill-timed and ill-considered).(Gustafson
1988, 179).
-
Gustafson (1988),
179-180.
-
Kinney (1989),
260.
-
Kinney (1989), 260 y SIPRI. Ver abajo, el
tema de seguridad y defensa.
-
Thomas y Hayson
(1989), 173; ver también SIPRI 1983.
-
Gustafson (1988),
188.
-
Clarín, edición
11-12-83. Énfasis agregado.
-
Clarín, edición
del 11-12-1983.
-
Freedman (1988),
67; Gustafson (1988), 187.
-
Escudé y González
de Oleaga (1996), 15.
-
Entrevista de
María Oliva para su tésis de maestría (Oliva 1991).
-
Citado por Escudé
y González de Oleaga (1996), 16.
-
Carbajal (1997),
21.
-
Thomas (1991),
34.
-
Little (1989),
61.
Esta información procede de
"Historia General de las Relaciones Exteriores de la Argentina" se
han vinculado solo los temas relacionados con Malvinas. Esta obra esta compuesta
de 14 tomos publicada por Iberoamérica y los Directores son Andrés Cisneros y
Carlos Escudé.
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